Se trata de imágenes que han sido popularizadas por las personas que extraen hidrocarburos de forma clandestina en los ductos de Pemex, quienes solicitan “protección divina” a la hora de realizar sus actividades ilícitas
Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, sentenció que dichas imágenes son un pecado contra el Espíritu Santo, ya que consisten en atribuirle las obras de Dios al mismísimo demonio, y Dios no bendice ni protege el robo.
Destacó, que el culto al “Niño Huachicolero” es peor que la fe de los narcotraficantes a la imagen de Jesús Malverde o a la Santa Muerte, porque en este caso se utiliza la imagen sagrada del Niño Jesús para algo malo, algo diabólico.
Dicha blasfemia, presuntamente surgió en 2016 en la zona del Triángulo Rojo en Puebla, conformada por los municipios de Palmar de Bravo, Tepeaca, Quecholac y Tecamachalco.