Fabiana Rosales, la nueva primera dama venezolana, en el ojo del huracán

Fabiana Rosales sabe que todos la están mirando. Ya no es sólo una joven periodista dedicada a la política sino la esposa de Juan Guaidó, el diputado que despertó a la ciudadanía de su aletargamiento y en menos de un mes ha puesto en aprietos al poderoso líder de facto de Venezuela, Nicolás Maduro.

“Cuando uno está en primera plana sabes que todo puede ir en contra de ti. Todo te puede chocar a ti primero que a cualquier otra persona”, dijo Rosales en una reciente entrevista con el diario El Nacional en Caracas. Y tenía razón.

Ahora todos parecen conocer y tener una opinión sobre la fotogénica chica de 26 añosque aparece en todos los telediarios del mundo junto a Guaidó, el legislador de la Asamblea Nacional de Venezuela que el 23 de eneroasumió la presidencia interina y declaró a Maduro como un usurpador de la jefatura de gobierno, al ampararse en los artículos 233 y 333 de la constitución venezolana.

Las redes sociales se encienden a diario con defensas apasionadas o críticas de gente de toda la región que la ama, que la desaprueba o que espera más de ella.

Rosales comprende que está en el ojo del huracán y no se repliega aunque sienta temor. “Cuando la gente observa, uno tiene miedo a equivocarse. Mucho más, en situaciones como la que vive Venezuela, donde hay tanta sensibilidad y la gente ha sido engañada, maltratada y burlada tantas veces”, dijo en una conversación con la publicación The Objective.

Su primer mensaje público fue bien recibido por los que desean un cambio de rumbo en Venezuela. Se trató de un video divulgado por Whatsapp, en el que Rosales habló a las mujeres de los efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para pedirles que hablaran con sus maridos con el fin de que no reprimieran las manifestaciones del 23 de enero y para que se acogieran a la amnistía que se ha ofrecido a todos los que ayuden a restablecer el orden democrático.

Pero la luna de miel con el frenesí mediático duró poco. Su decisión de renunciar a sus aspiraciones políticas para respaldar la carrera de su marido provocó molestia de algunos grupos de mujeres profesionales, a quienes les cuesta entender que una mujer profesional con ocho años de militancia política abandone todo por amor.

“… cuando uno está con una persona que asume un cargo político, entonces te dices, quizá mi aspiración tiene que quedar un poco de lado, porque yo quiero acompañarlo y quiero que juntos construyamos algo. Y se fueron dando situaciones donde quizás yo podía salir a la palestra política, pero yo quería acompañarlo, y ser su compañía me hacía sentir satisfecha con lo que estábamos logrando, porque no era un triunfo de él solo, era un triunfo que compartíamos….. Yo veo su triunfo como el mío. Su logro político lo veo como un logro de nuestra pareja, de nuestra familia”, dijo ante las cámaras.

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