“Habla con ellos por última vez, si no hay arreglo me avisas y le entramos”

Por: María Isabel Domínguez Jácquez
Crónica de un desalojo anunciado. El cónclave fue apenas terminado el Angelus y duró más de hora y media; estuvieron los que tenían que estar, uno de ellos con cierto nerviosismo y temor, pero decidido a lo que indicara el jefe, quien fue tajante: “A ver, Joel, vas y hablas con ellos por última vez, si no hay acuerdos me avisas y le entramos. Ya basta, no hay de otra”.
Pero no fue el mensajero quien mostraba inquietud sino Rafael. En cada expresión de Óscar, como manotazos en el escritorio y movimientos bruscos en su sillón, el juarito se achicopalaba, respiraba hondo y profundo para, finalmente, asistir: “shi sheñol”!
De hecho, la urgente reunión fue en la principal oficina del C-4, donde la instrucción era no ser molestados hasta terminar y definir el operativo que, más tarde por la noche, a eso de las 19:30 horas para ser un poco más precisos, fue consumado…según lo planeado.
Antes, sin embargo, Joel Gallegos le adelantaba a Aparicio Avendaño que los líderes estaban en un plan insoportable y dudaba que cambiaran de actitud ya que su principal objetivo era permanecer con sus vehículos hasta la llegada del presidente (Andrés Manuel) López Obrador.
Miren, les dijo, eso de que sufren acoso por parte de Gobierno del Estado es un pretexto y ustedes lo saben. Y aunque están en su legítimo derecho de manifestarse, no lo hacen de la manera correcta, pacífica y sin perjudicar a terceros, o qué, “no se han percatado de las mentadas de madre que nos están dedicando por no actuar contra unos cuantos que afectan a la mayoría”.
Cierto, pero a dónde nos los llevamos. Tenemos “aquellos lugares”, pero no creo que al señor le guste usarlos para esto. Terminando Joel con esta sugerencia, Palacios Reyes, el director de la Policía Vial, abrió tremendos ojos…se referían a unos corralones a donde podrían trasladar pero los camiones de carga y otros vehículos que bloqueaban el Centro, no a los dirigentes!
Dicho y hecho. El director de Transporte no llegó a ningún acuerdo con Edgar Olivas y Fabián Moreno, vicepresidente de la Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos y el delegado estatal, respectivamente. El celular del titular de la CES timbró y arre, todos al Centro.
Tras minutos de forcejeos, palabrotas y gritos de auxilio (a quién, si ahí estaba la Policía Antimotines), los camiones de carga fueron desalojados uno por uno, en tanto que los líderes de la Conatram eran detenidos y cargados en calidad de bulto por varios elementos de la corporación.
Fue cuando el comisionado Óscar Aparicio Avendaño hizo su espectacular llegada en las afueras de Palacio de Gobierno, para supervisar el retiro de los vehículos que bloqueaban el acceso del primer cuadro de la ciudad. Con esta acción se disolvió el paro que duró más de 24 horas.
Ya en público diría a los medios de comunicación, desde el lugar de los hechos: «Cuando es una manifestación pacífica es respetada, pero en esta ocasión se estaba afectando el estado de Derecho, a miles de ciudadanos, por lo que se llevó a cabo la detención de los causantes».

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