Por los rincones de la historia

Porfirio Díaz, héroe de la Batalla del 2 de Abril
En 1867, desde el 9 de marzo, Porfirio Díaz había puesto sitio a la ciudad de Puebla, defendida por las fuerzas imperialistas de Maximiiano. Antes de esta ocasión, Díaz tuvo valiosos triunfos para la causa juarista, como fue en Miahuatlán, La Carbonera y Oaxaca, causando una gran desmoralización en el Imperio.
A fines de 1866 se retiraron los soldados franceses, lo que hizo que Maximiliano llegara a pensar en abandonar el país. Al lado de los traidores mexicanos, la defensa de su gobierno estaba confiada a austriacos y belgas.
El ministerio de Guerra había dividido en cuatro zonas al ejército. En el Norte, el comandante era Mariano Escobedo, en el centro Vicente Riva Palacio, en el Occidente Ramón Corona, y en Oriente Porfirio Díaz. Mientras este sitiaba Puebla, Ramón Corona y Mariano Escobedo avanzaban hacia Querétaro.
El 24 dirigió Díaz una carta a Benito Juárez, en la que informaba haber ocupado ya el Convento de Santa Rosa y la Iglesia de la Luz, agregaba: «Se avanza por Analco, por Huextla y Amatlán».
Y como fuera avisado por sus exploradores, que Leonardo Márquez se apresuraba a defender Puebla, luego de salir de la Ciudad de México, pensó que se tenían que apresurar las cosas, y en ese sentido planeó atacar a fondo la ciudad el 2 de abril. Eran las 02:45 de la madrugada cuando empezó la ofensiva sobre los conservadores, parapetados en el Convento del Carmen.
La estrategia del oaxaqueño fue hacer creer al enemigo que iba con todas sus fuerzas en esa embestida, para que descuidaran otros puntos de acceso a la ciudad. Soltó una artillería impresionante sobre el convento, lo que atrajo la respuesta inmediata de los imperialistas, situación que se aprovechó para acometer por los liberales los demás sitios resguardados. A medio día la plaza fue tomada.
A las pocas horas informaba Porfirio Díaz al ministro de Marina y Guerra, según consta en carta del archivo personal de Benito Juárez, que había fusilado «a Febronio Quijano, Mariano Trueque y otros jefes y oficiales traidores». Tal noticia del triunfo causó una enorme alegría en el Benemérito, quien comentó a sus más allegados que la victoria final estaba cercana. Seguía en el itinerario la batalla de Querétaro, cuyo mayor responsable del ejército juarista era Mariano Escobedo.

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