POR LOS RINCONES DE LA HISTORIA

El 8 de mayo, natalicio del Padre de la Patria

El 8 de mayo de 1753 nació el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, en la hacienda de Corralejo, de Pénjamo, Guanajuato. De origen criollo, prendió la mecha de la Independencia, sin contar con ninguna formación militar, sólo animado de su deseo de cambiar la situación de la inmensa mayoría del pueblo mexicano.
Fue ordenado en 1778 sacerdote y en 1803 comenzó a ejercer su ministerio en la parroquia de Dolores, en la que habría de tener mucho arraigo entre la feligresía, gracias a su buen trato y a sus enseñanzas impartidas en diferentes oficios a los vecinos de la comunidad. Era un hombre culto, que había leído a autores clásicos griegos y latinos, así como a los ingleses y franceses que hablaban de libertad y de igualdad.
Estableció una fuerte relación con algunas de las personas que se reunían en tertulias de carácter literario, pero que en el fondo buscaban crear un movimiento social en defensa de las clases menesterosas de la Nueva España. Se relacionó con Ignacio Allende, Josefa Ortiz de Domínguez y el esposo de esta, el corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, con quienes fue madurando la organización de un movimiento armado. Se pensaba hacer estallar la guerra el 1 de octubre de 1810, pero fue descubierta la conspiración, y en tal circunstancia, hubo que acelerar los acontecimientos.
La noche del 15 de septiembre, Hidalgo y sus más cercanos seguidores acudieron a la cárcel a soltar a los presos políticos, y a la mañana siguiente muy temprano se llamó a misa a la comunidad. Fue en realidad una celebración religiosa con tinte político, en la que se expuso a los azorados feligreses el motivo del levantamiento. Acto seguido, los alzados se dirigieron para San Miguel el Grande, en donde se les unieron Ignacio Allende y sus soldados, así como también un nutrido grupo de campesinos, de trabajadores y la «plebe», como asientan diversos historiadores.
En un emotivo acto, el cura Hidalgo tomó un estandarte de la virgen de Guadalupe, del santuario de Atotonilco. En seguida se fueron los insurgentes paran Celaya, la que fue tomada con una gran violencia y después se adueñó Hidalgo de la situación en Salamanca, Irapuato y Silao. El 30 de octubre, las fuerzas insurgentes vencieron a los realistas en Monte de las Cruces, con lo que se cimbró todo el virreinato. Entonces, se pensó en tomar la Ciudad de México, pero Hidalgo desistió de ese propósito con la idea de que aún era muy prematuro arriesgarse a una empresa de ese tamaño. Allende era de una opinión contraria, por lo que surgió una disputa por las acciones a realizar con Hidalgo. Dicha diferencia vendría a distanciar a los dos cabecillas del movimiento.
Entonces, el objetivo de la lucha era ganar para guardar el virreinato para Fernando VII, el que era rehén de las fuerzas de Napoleón en España. Sin embargo, en el fondo, se quería la independencia de España, pero la convocatoria para la lucha fue en el primer sentido, con lo que se creía asegurar el apoyo de los criollos de la Nueva España.
Apenas era el inicio de la guerra, pero las condiciones ya estaban dadas para que no se detuviera la pelea y tarde o temprano, se ganaría la batalla contra la opresión.

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