POR LOS RINCONES DE LA HISTORIA

EL ILUSTRADOR AMERICANO, ALENTÓ LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA

 

En la Guerra de Independencia de México, hubo periódicos de los insurgentes que representaron un valioso servicio a la causa de la libertad. Dadas las condiciones de analfabetismo que imperaban en la época, se dice que una de las formas de enterarse para mucha gente sobre lo que informaban esas publicaciones, era por medio de la lectura que se hacía de las mismas por parte de algunos amigos, vecinos o familiares. Se congregaban los interesados en torno al lector del periódico, quien les ponía al tanto de los sucesos relevantes, ante una notable curiosidad por seguir el curso de los acontecimientos.

El 27 de mayo de 1812 surgió El Ilustrador Americano, en Sultepec, Estado de México, después de un gran esfuerzo por llevar a cabo esta empresa. El periódico serviría para alentar a los insurgentes a seguir adelante en su lucha libertaria, y a la vez se informaría a la población de los avances que se presentaban en la guerra. Antes de este periódico, existió El Ilustrador Nacional, mismo que desapareció por la censura del virreinato para que este órgano mantuviera informada a la población y a los insurgentes acerca de los pormenores de la guerra.

Un catalán vendió a los insurgentes las piezas de la imprenta, siendo la agrupación conocida como Los Guadalupes la encargada de hacer llegar a su destino dicho material. Y fue de la siguiente manera: varias señoras, esposas de algunos de Los Guadalupes, escondieron entre sus faldas los tipos de letra y utensilios de imprenta para llevarlos a San Ángel, y sucedió lo que tenía que suceder, el carruaje donde iban fue detenido por soldados realistas. Entonces, para evitar la revisión exhaustiva de lo que transportaban, las señoras dijeron a los soldados que iban a  San Ángel a una fiesta, y que los invitaban. Esta resuelta actuación de las señoras, no desprovista de coquetería «patriótica», evitó el decomiso, y pronto arribó a su destino la pequeña imprenta, que por cierto tuvo un costo de 800 pesos, del valor de la época.

El encargo lo recibió don Ignacio López Rayón, quien a su vez lo entregó al doctor Cos en Sultepec. Con gran regocijo fue acondicionado todo el retal o sea las partes de la imprenta que se llevaron, y gracias a la pericia de los editores se logró estructurar adecuadamente la «improvisada» imprenta, que mucho habría de servir a la causa de la independencia. Salieron a la luz 36 números ordinarios y 3 extraordinarios. Así se dieron a conocer manifiestos sobre los motivos de la lucha, notas diversas e importantes colaboraciones de López Rayón y Andrés Quintana Roo.

Desafortunadamente, en abril de 1813 se publicó el último número de El Ilustrador Americano, por muy obvias razones. Había sido un excelente canal de comunicación entre los insurgentes y la población a la que se buscaba emancipar.

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