POR LOS RINCONES DE LA HISTORIA

30 de julio, fusilamiento del Padre de la Patria

La lucha por la Independencia de México no vio disminuidos sus ímpetus, a pesar de la muerte de Miguel Hidalgo, acontecida el 30 de julio de 1811, en la capital de Chihuahua. José María Morelos y Pavón se había incorporado a la insurgencia, al poco tiempo de su inicio, por lo que habiendo obtenido el reconocimiento de gran parte de los «alzados», como les llamaba el Gobierno, fue quien se hizo cargo de hecho, de llevar la conducción del movimiento.

No obstante haber fallecido también Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, se reorganizó el ejército con una amplia fuerza. La historia registra los duros acontecimientos que condujeron a la captura del cura Hidalgo, el 21 de marzo de 1811, debido a la traición de Elizondo. En Acatita de Baján, Coahuila, fue hecho prisionero junto con Allende, Aldama, Jiménez y mil insurgentes más.

En ese lugar mataron a Indalecio, hijo de Ignacio Allende. Al día siguiente hicieron lo mismo con un hermano de Hidalgo, en Sabinas, Coahuila. Entonces partieron para la Villa de Chihuahua, a la que arribarían el 23 de abril. El viaje fue de lo más penoso, a los cuatro insurgentes los subieron, esposados,  a unas mulas  «a mujeriegas», o sea como cabalgan las mujeres.

Cuentan las viejas crónicas, que les daban apenas lo necesario de comer, y en la noche dormían esposados y en el suelo. Cuando llegaron a Chihuahua, estaban irreconocibles, por todas las desventuras pasadas en el camino.

A hidalgo se le siguió un juicio sumamente duro y cruel. El Tribunal de la Inquisición le había iniciado un juicio desde 1800, con la acusación de herejía y ateísmo, y también por ser lector reconocido y declarado de los «enciclopedistas», los que hablaban de temas de igualdad y libertad.

Se prosiguió entonces el juicio, con los agravantes para el inculpado, de llamar a la insurrección, así como de crueldad con los enemigos. También la autoridad civil, hubo de fincarle varios cargos, entre ellos, de rebelde y de enemigo de la paz y la tranquilidad del virreinato.

El 26 de junio se fusiló en la Plazuela de los Ejercicios de Chihuahua, lo que hoy es la Plaza Hidalgo, a Allende, Aldama y Jiménez. Finalmente, después de ser degradado como sacerdote y haberle dado tortura, fue llevado la mañana del 30 de julio, a su lugar de fusilamiento el Padre de la Patria, en el ex hospital de los Jesuitas, que hoy se conoce como el Altar de la Patria, ubicado en el Patio Central de Palacio de Gobierno.

Se dice que fueron tres descargas de fusilería las que dieron cuenta con la vida de Hidalgo, a quien posteriormente le cortaron la cabeza, labor que ejecutó un indígena del rancho de «Nombre de Dios». De alguna manera terminaba la primera fase de la Guerra de Independencia, para dar paso a la «Reorganización», en la que Morelos sería un factor determinante.

Mostrar más
Botón volver arriba