El último viaje del Perínclito Enrique Servín

Por: HERIBERTO RAMÍREZ LUJÁN

La sorpresiva partida de Enrique Servín tiene consternada a la comunidad cultural de Chihuahua y seguramente allende sus fronteras. Quizá fuera el chihuahuense más universal de los últimos tiempos. A diferencia de muchos de nuestros intelectuales formados en el centro del país, Servín estudió su licenciatura en la Facultad de Derecho en la UACH, más por darle gusto a su familia que por vocación; y la maestría en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Unidad Chihuahua.
Era una especie de mutante cultural, su privilegiada erudición y su conocimiento de más de 20 idiomas lo colocaban en un sitio muy especial dentro de nuestra comunidad cultural. Tuve la buena fortuna de ser parte de un par de sus proyectos editoriales, El agua y la sombre y Cuaderno de abalorios, publicados con el sello editorial de la UACH; un libro de poesía y otro de aforismos. Antes había publicado Hablemos tarahumara, con el Gobierno del estado. Ganó el premio Internacional Cueno, Mito y Leyenda “Andrés Henestrosa”, del gobierno de Oaxaca, así como el premio Chihuahua de Poesía, con un libro que recopila los mitos tarahumaras. Fue un promotor y defensor incansable del idioma ralamuli, el cual hablaba con naturalidad.
También recibió el premio L. Gabriau de traducción literario, otorgado por el Banff Centre del Consejo Canadiense de las Artes, por su trabajo como traductor de las lenguas indígenas de Chihuahua. Fue invitado del Real Ministerio de Asuntos Extranjeros de Noruega para participar en la conmemoración del 200 aniversario del nacimiento de Henrik Wergeland, el poeta nacional de Noruega.
La mayor parte de su trabajo profesional tuvo lugar en el Instituto Chihuahuense de Cultura y luego en la Secretaría de Cultura. Donde estuvo como coordinador del programa institucional de atención a las lenguas y las literaturas indígenas. Diseñando y ejecutando acciones de revalorización, estudio y revitalización de nuestros idiomas indígenas. Donde creó la colección más importante de textos de literatura indígena que se haya publicado en Chihuahua.
Su actitud fue siempre la de un crítico agudo y directo hacia todo lo que lo rodeaba. Además, entre sus grandes pasiones se encontraban la poesía y los viajes. Fue así que conformó una de las bibliotecas más importantes de poesía y de idiomas; y se dio el espacio para viajar a China, India, Europa, Canadá, Estados Unidos, entre otros países. Un conversador inmejorable y un gran sentido del humor, en nuestras últimas charlas solía dejar entrever un pesimismo sobre el destino del país y del mundo en general. Su pérdida es irremplazable y quienes tuvimos la suerte de conocerlo y saber de su infinita calidad humana lamentamos su partida.

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