SE TIENE QUE DECIR

¿El Estado a merced de la delincuencia?
Por CACHO

Este jueves atardeció con la noticia de la captura de Ovidio Guzmán López, apodado “El Ratón”, hijo de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, preso en los Estados Unidos, pero el anochecer lo tornó más que negro, pues pasadas las 10 y media de la noche, -tiempo del centro del país- Notimex, la agencia oficial mexicana de noticias colocaba en su portal que de acuerdo con la declaración del abogado José Luis González Meza, Guzmán López había sido liberado.
El litigante de “El Chapo”, González Meza, declaró también para Milenio TV que “Ovidio Guzmán está libre y que ya se comunicó con su familia… ahora sí que gracias a Dios”.
Dicha información fue confirmada posteriormente por el diario capitalino Reforma, quien citó a Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, como fuente, y quien informó que tras hallar a Ovidio Guzmán López en una vivienda, agentes de la Guardia Nacional fueron rodeados por una fuerza mayor y por ello se acordó «suspender acciones» en Culiacán.
Por la tarde, el mismo Durazo Moreno había dado a conocer la detención del hijo del capo en una vivienda de Culiacán, la capital del estado de Sinaloa.
Sin embargo, el mismo titular de Seguridad y Protección ciudadana, declaró posteriormente que “grupos delictivos rodearon la vivienda con ‘una fuerza mayor a la de la patrulla’ y causaron pánico en otros puntos de la ciudad”.
El mensaje del funcionario continuó: «Con el propósito de salvaguardar el bien superior de la integridad y tranquilidad de la sociedad culiacanense, los funcionarios del gabinete de seguridad acordamos suspender dichas acciones.
«Igualmente tomamos la decisión de trasladarnos a la ciudad de Culiacán para conducir personalmente las acciones correspondientes».
No obstante, el daño, -podría calificarse como grave daño- ya estaba hecho, el gobierno del país, que ostenta el monopolio del uso de la fuerza para resguardar el orden y brindar seguridad a sus ciudadanos, está superado por el crimen organizado.
Habrá quienes señalen que estas acciones denotan no miedo sino pánico por parte de la administración federal, de enfrentar a los grupos armados utilizando la analogía de las leyes de la física: a toda acción corresponde una reacción, de igual intensidad y en sentido contrario.
Pero no es así, la percepción es que el grupo delincuencial (uno solo de los varios que existen en el país) doblegó a la máxima autoridad. Es válido preguntarse ahora ¿qué espera a la ciudadanía de esta gran Nación? En verdad no lo sabemos, pero hay varias respuestas que hacen erizar los vellos de la piel.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, desde que inició su mandato ha criticado duramente y se ha burlado de las estrategias anticrimen desarrolladas por sus antecesores Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, diciendo que él tiene toda la razón al establecer una política de no reaccionar ante los embates de los delincuentes, que es mejor atacar las causas que provocan que miles de mexicanos tomen el camino del crimen y a lo mucho, rogarles que se porten bien, que “no hagan sufrir a sus mamacitas”.
Desafortunadamente, con las acciones desplegadas ayer por los pistoleros del crimen organizado en la ciudad de Culiacán, queda evidenciado claramente que el “fuchi, guácala la delincuencia” no es el arma poderosa que movería a los criminales a dejar en el abandono sus armas y la mala práctica de lo que ellos llaman “trabajo”.
La avasallante realidad que se presenta con las estampas vividas este fatídico jueves 17 de octubre, los desfiles de interminables convoyes de vehículos robados, con hombres armados a bordo por las calles de Culiacán, la marcha atrás de las autoridades federales y, sobre todo, lo que se observa prácticamente como una rendición ante el poderío desplegado por el crimen organizado, pone a la población mexicana en una situación de indefensión nunca antes vista en este país.
Es hora de que el presidente se pregunte y responda con toda sinceridad y valentía si su estrategia es mucho mejor que la de sus antecesores, si se ve que en realidad pueda rendir frutos a corto o mediano plazo, pues ya no se vale que culpe a los que “dejaron un cochinero”. Él es el responsable de manejar las riendas del país, López Obrador buscó por muchos años, hasta lograrlo, ser el presidente de todos los mexicanos y ya es hora de que responda ante el pueblo, de acuerdo con sus palabras -pues obedece su mandato- y brinde la seguridad que los mexicanos nos merecemos, ya basta de culpar a otros, es él quien ahora es responsable por la nación.
El punto positivo de todo este lío, es que no se desató una matanza y los 30 integrantes de la Guardia Nacional que lograron en un patrullaje la captura del hijo del capo, están vivos y en posibilidad de volver a ver a sus familias.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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