EL ORÁCULO DE APOLO

¿En tiempos del Covid-19 por qué es importante una cultura científica?

Por Enrique Pallares

 

Como humanidad, estamos experimentando una de las grandes crisis globales sanitarias, económicas, políticas, etc., todas ellas causadas por un enemigo invisible el así llamado Covid-19. Un ente no vivo, pero que dentro de una célula de un organismo vivo, acaba dañando y destruyéndolo. Al mismo tiempo estamos inmersos en profundas transformaciones revolucionarias en la cultura.

En sociedades muy diferentes de todo el mundo, el hombre trata de aplicar los hallazgos de un rápido desarrollo científico y tecnológico a viejos y nuevos problemas de la vida. Los cambios que está operando la ciencia prosiguen con celeridad creciente y no se vislumbra signo alguno de que se pueda alcanzar alguna estabilidad en ningún plano o disciplina científicos. Por el contrario, todas las evidencias hacen pensar que las revolucionarias posibilidades de la ciencia y la tecnología se extienden más allá de lo que se ha logrado hasta ahora.

De este hecho, la preocupación básica que nos hace reflexionar es si nuestra sociedad podrá ajustarse con la suficiente rapidez a estas vertiginosas transformaciones y utilizar ese conocimiento, con racionalidad, a los males que nos aquejan. Las pandemias son algunos de ellos.

En este proceso vemos que se ha dado un cambio espectacular en la comprensión del entorno por parte del hombre, y este cambio no es sino sólo una parte de una revalorización mucho más global de las formas de acción aceptadas. Todas las concepciones del hombre han sido sometidas a revisión, y todos los campos de la actividad intelectual han experimentado una rápida transformación.

Los mismos conceptos de “ciencia” y de “método científico” se han modificado en las últimas décadas. La actitud científica también ha influido en los valores por los que se rigen las vidas de los hombres. Todas las ideas que tenemos sobre la naturaleza del mundo y del hombre, se han enfrentado a la necesidad de revalorizar la diferencia que existe entre aquellos aspectos basados en una fe en verdades eternas y aquellos otros que reflejan la visión de períodos concretos y culturas específicas.

Aunque los valores y las creencias siempre han estado sometidas al cambio, en la época moderna este cambio se ha caracterizado por darse de una manera más crítica al nivel de las sociedades avanzadas pero arrastrando con ellas al resto.

La revolución electrónica y tecnológica nos tomó de sorpresa. Las sociedades no estaban preparadas desde el punto de vista intelectual y se sigue dudando de sumergirse por completo en este mundo técnico. La revolución de la ingeniería genética nos va a sorprender todavía más y nos provocará un vértigo ético.

Desde el punto de vista moral e intelectual nos empezamos a preguntar qué vamos a ser con esta nueva tecnología y cuáles serán sus consecuencias en el orden jurídico y normativo. De aquí en adelante será necesario que nos preguntemos qué vamos a hacer con nuestra especie. He aquí pues la importancia de la información correcta, verdadera. La pandemia nos ha hecho reflexionar sobre lo frágil que es la vida y en particular los seres humanos.

Y esa fragilidad de facto nos hace ver la imperiosa necesidad de que nuestras sociedades deben contar con una mínima cultura científica que nos permita entender que sólo con más ciencia podemos enfrentar los retos y peligros que nos acechan como humanidad. Quizá la pandemia nos haga ver la importancia del no deterioro del medio ambiente; de la necesidad de un cambio del sistema económico u otros.

Tener una cultura científica nos evitaría el pánico y de revalorar nuestros estilos de vida. ¿Qué acaso sólo teniendo una catástrofe los seres humanos reflexionaremos sobre nuestro futuro?

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