EL ORÁCULO DE APOLO

El tiempo ¿qué será?
Por Enrique Pallares

 

La pregunta sobre ¿qué es el tiempo?, siempre ha sido considerada importante por cualquier ser humano. Ya los filósofos presocráticos como Parménides o Zenón, habían conjeturado que el tiempo estaba hecho de pequeños instantes. Un supuesto que producía paradojas.

En Aristóteles vemos como él intentó comprender la naturaleza del tiempo diciéndonos que era la medida del movimiento. En la visión presocrática, y que posteriormente es retomada por Isaac Newton, el tiempo está compuesto de muchas partes o pequeños trozos de tiempo. Para ellos, decir que un acontecimiento ha tenido lugar en un momento determinado es lo mismo que decir que ese acontecimiento ha cubierto esa parte o unidad de tiempo.

Leibniz no estaba de acuerdo con Newton. Para el filósofo alemán había acontecimientos que tenían lugar antes, después o simultáneamente que otros sucesos. Según Leibniz, el tiempo no es la forma que utilizamos para organizar los eventos en nuestra mente. El tiempo para él es una relación entre acontecimientos no coexistentes. Es decir, si usted o yo no coexistimos con Napoleón, la primera relación que existe entre este militar francés y nosotros es la temporalidad. Al menos esa relación es la que nos formamos en la mente con respecto a Napoleón.

Kant defendía que el tiempo no es ni algo que exista por sí mismo ni un orden en las relaciones entre las cosas que sí existen por ellas mismas. Para Kant el tiempo no es más que el medio que utilizan nuestras mentes para organizar las experiencias que vivimos. Las cosas que existen por sí mismas, fuera de nuestra mente y por ende independientes de nosotros, no pueden estar en el tiempo.

Algunas expresiones como “el tiempo fluye”, o “el tiempo pasa”, son auto-contradictorias, ya que todo lo que fluye, fluye en el tiempo, y tendríamos que aceptar el absurdo que el tiempo fluye en el tiempo. Paradójicamente, el pasado ya no está, y el momento fututo todavía no está y el presente que, supuestamente es más manejable, se nos desvanece en cuanto se presenta o intento fijarme en él.

¿Qué tiene de enigmático el tiempo?, ¿Por qué resulta tan difícil de pensar? Porque para pensar algo hay que fijarlo, pero el tiempo no se deja fijar, no hay modo de verlo quieto.
En la física el tiempo es una de las dimensiones del sistema de referencia espaciotemporal que usamos para describir la realidad.

Si decimos que algo existe, lo tenemos que referenciar al espacio-tiempo. Si no lo ubicamos en el espacio-tiempo, ese algo no existe. Es la dimensión que nos permite comprender el aspecto dinámico de las cosas. En un mundo estático, donde no hubiera cambio o movimiento, no tendría sentido el concepto de tiempo.

Los seres humanos introducimos la noción de tiempo para poder hablar de los cambios y movimientos de las cosas. Medir un movimiento significa compararlo con otro que presenta cierta regularidad. Es decir, que ciertos cambios naturales cumplen sus plazos, los astros cumplen sus órbitas, las células tienen inscrita su propia fecha de caducidad, el corazón humano late a cierto ritmo, etc. Pero cualquier ciclo que nosotros tomemos como orientación temporal, siempre veremos que ciertos acontecimientos preceden siempre irreversiblemente a otros, como el nacimiento de un padre a sus hijos o el dolor al golpe de un dedo.

Pero, si todo esto es correcto, en realidad podemos describir los cambios y los movimientos sin recurrir al tiempo. Lo podemos hacer tan sólo correlacionando los acontecimientos. Curioso, no cree usted?

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