EL ORÁCULO DE APOLO

El continuo de las bacterias y el internet

Por Enrique Pallares

 

Si los biólogos tienen razón, los verdaderos dueños del copyright de Internet son las bacterias y ninguna de ellas se lleva a su bolsillo los miles de millones de dólares que la red de redes genera.

Cualquier relato que nos cuente la historia de la vida en la Tierra debe comenzar con el trabajo que hicieron las bacterias para crear las condiciones iniciales de la existencia de los demás seres vivos. Las bacterias (del griego bactería: que significa vara o bastón), dividiéndose y dividiéndose una y otra vez, hace cerca de 3,800 millones de años, exhalaron el oxígeno necesario para transformar poco a poco la atmósfera inhóspita terrestre para transformarla en un lugar más agradable para la vida.

No nos debe de extrañar, que su longevidad y distribución verdaderamente planetaria esté ligada, de acuerdo a la biología contemporánea, a mecanismos complejos y extremadamente eficaces de reproducción y, por consiguiente, de perpetuación, esto último lo más sorprendente.

Ahora bien, Internet es una mega red mundial de computadoras interconectadas todo el tiempo. Esta red, entre otras cosas, sirve para enviar y recibir información, la cual está codificada en paquetes llamados bits. Esta capacidad de recibir y procesar información, y de disponer de ella en cualquier momento que uno quiera y desde cualquier computadora, esté en el lugar que esté, hace que Internet nos sea a los seres humanos de una extraordinaria utilidad.

Este evento informático se lleva a cabo por un mecanismo horizontal de transferencia de información el cual es increíblemente antiguo. Lo inventaron las bacterias. En el transcurso de millones de años, las bacterias fueron capaces de diseñar otro mecanismo aún más potente: crearon, como Internet, una red de redes de escala planetaria.

A diferencia de un perro, una flor o un ser humano, la información genética de las bacterias se puede transferir de una especie a otra. Es decir, una bacteria puede utilizar genes (en el caso de Internet, bits de información) que provienen de otro linaje diferente al suyo y realizar funciones que quizá con sus propios genes no podría efectuar.

Por lo tanto, la gran reproducción bacteriana depende en gran medida de un intercambio masivo de genes (o en el caso de Internet, “bits de información”) de una manera horizontal entre bacterias de distintas especies. Pero, ¿qué es lo que engendra esta forma de reproducción? Pues ni más ni menos que una diversidad metabólica rotundamente excepcional y un banco de “datos” genético (como en el caso de Internet), y dado que aquí genético, está a la disposición de cada bacteria independientemente de su linaje y del lugar en que se encuentre.

La Agencia de Defensa del Pentágono de Estados Unidos creó Internet por la política de seguridad nuclear. Elaboraron una estrategia de sobre vivencia contra sus depredadores al igual que las bacterias en la larga evolución de la vida en la Tierra. Internet se puede entender como un continuo de esa evolución. La red de redes bacteriana nos invita a pensar que los que verdaderamente dominan la vida en este planeta son las bacterias.

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