ESQUELETOS EN EL CLOSET

 

Kiss contra el Fantasma del Cine
Por Jorge Villalobos

 

Leíamos la semana pasada que en 1977 la editorial Marvel Comics convirtió a los miembros de Kiss en superhéroes en una historieta de edición limitada a 900 mil ejemplares de los cuales se vendieron unos 500 mil a dólar y medio cada uno, o sea tres cuartos de millón de dólares, menos costos de producción, menos lo que el contrato estipulara.

Al final no tengo idea de cuánto dinero contabilizó el manager Bill Aucoin para sus pupilos, pero sí sé que desde entonces hubo muchas otras publicaciones de historietas de Kiss no autorizadas por la banda (entre ellas la famosísima parodia mexicana ‘Simón Simonazo y Chizz’), y para el final del milenio Kiss se lanzó en serio a la aventura de seguir autorizando cómics esporádicamente, algunos que los representaban como superhéroes y otros en los que fueron supervillanos y antihéroes, de muchos tipos, sabores y colores, incluso una serie en la que son niños (‘Kiss Kids’). Existe también una colección de cuatro números especiales en la que el cuarteto compartió cuadritos coloreados con los personajes de “Archie” (en el año 2011, antes de que Archie Comics decidiera actualizar a su personaje principal dándole muerte para revivirlo en otros formatos y otro contexto completamente distinto al que usaran durante más de 70 años, pero esa es otra historia que se coló aquí por accidente). En fin, en el 2007 de plano se asociaron con Platinum Comics para crear la compañía Kiss Comics Group.

Pero volviendo en el tiempo, mientras “los Kiss” (el bajista Gene Simmons odia con odio jarocho que le antepongan el artículo al nombre del grupo) se convertían en superhéros de historieta, Joseph Barbera le propuso a Bill Aucoin que se convirtieran en héroes de “live action” (así le llaman ahora a las películas filmadas con personas reales). Recordemos que en ese momento (1978) Kiss era el negocio más lucrativo del espectáculo, pero su manager estaba consciente de que se comenzaban a dar conflictos entre los miembros del grupo, así que intentaba aprovechar todas las oportunidades para generar más ingresos antes de que pasara lo que tuviera que pasar. Y ahí va Aucoin a convencer a los músicos de convertirse en actores.

Efectivamente, Joseph Barbera era el socio de William Hanna en Hanna-Barbera Productions (que a la larga se convirtió en Cartoon Network Studios), la compañía líder en producción de caricaturas animadas durante los años sesentas y setentas, los mismos que nos dieron a conocer a Huckleberry Hound, al Oso Yogi, a Tiro Loco McGraw, a Los Picapiedra, a Los Supersónicos, a Don Gato y su Pandilla, a Scooby-Doo… la lista es larga.

Pero en este caso Hanna-Barbera quería una película de verdad con Kiss. ‘Kiss Meets the Phantom of the Park’ fue una película hecha para televisión, dirigida por Gordon Hessler. La transmisión nacional en los Estados Unidos por la cadena NBC no tuvo el éxito esperado entre la fanaticada que seguía la carrera musical de Kiss, así que se editó una nueva versión para ser exhibida en cines y distribuida internacionalmente; en México la vimos con el título ‘Kiss en el Infierno del Rock’ (¡uy!).

Gene Simmons y Paul Stanley recuerdan (con cierta renuencia) que la idea original que a ellos les vendieron era algo así como enfrentar ‘A Hard Day’s Night’ (el filme de los Beatles) con ‘Star Wars’. Pero fue un trabajo apresurado. Los cuatro músicos recibieron un curso relámpago de actuación mientras un grupo de argumentistas elaboraba el guión de la película.

La trama resultante es como un episodio de Scooby-Doo:

Había una vez el grupo de rock Kiss, que ha sido contratado para hacer una serie de conciertos en Six Flags Magic Mountain en California, donde el ingeniero Abner Devereaux creó una serie de atracciones un tanto imperfectas, y está resentido con Calvin Richards, el dueño del parque, por contratar a Kiss en reemplazo de sus “animatronics”. Sam Farrell, el asistente de Devereaux, desaparece misteriosamente y su novia Melissa-sin-apellido lo busca en el laboratorio subterráneo del científico loco pero éste niega saber su paradero, mientras un grupo de jóvenes vandaliza uno de los juegos mecánicos. Richards despide a Devereaux culpándolo por los destrozos, pero éste jura que su venganza será terrible y se esconde en su laboratorio, donde tiene cautivo a Sam, cuya mente controla con un dispositivo electrónico en su cuello, igual que a los tres vándalos a los que “convierte” en autómatas.

Devereaux arma cuatro robots iguales en apariencia a “los Kiss” y los envía durante la noche después del primer concierto a hacer estragos en el parque para que nuestros héroes sean culpados de los destrozos. Se les interroga, pero ellos dicen no saber nada del incidente; Melissa les pide ayuda para encontrar a Sam. El autómata Sam roba los cuatro talismanes que son el origen de los poderes místicos de Kiss, quienes quedan a merced de Devereaux, neutralizados con una pistola de rayos (¡oh, no!).

Los robots-copia son enviados por Devereaux para iniciar el concierto, con el plan de arruinarlo e incitar disturbios entre el público. Pero los verdaderos Kiss recuperan sus talismanes y enfrentan a los robots con sus superpoderes: ‘Starchild’ les lanza rayos desde la estrella en su ojo y es telépata; a ‘Catman’ y a ‘Space Ace’ no los pueden alcanzar porque el primero puede dar saltos kilométricos y el segundo se teletransporta, y ‘Demon’ es una bestia lanzafuego que posee una fuerza sobrehumana y un rugido ultrasónico. Ni cómo enfrentárseles. Algunos de los robots terminan sin cabeza.

Kiss finaliza el concierto ante un público que ignora todas las vicisitudes que han tenido que pasar para ofrecerles tan gran espectáculo, pero ellos están felices de poder hacer eso y más con tal de que sus seguidores puedan rocanrolear toda la noche, fiestear todo el día y gritarlo con fuerza. Al final liberan a Sam de su collar electrónico lavacerebros y acuden con Richards y con Melissa al laboratorio del villano Devereaux para hacerlo ver su suerte, pero lo encuentran congelado y con catatonia, justo antes de morir. Y colorín colorado. No recuerdo si al final se supo que pasó con los tres vándalos, ni cómo fue que “los Kiss” recuperaron sus talismanes, pero la verdad no creo tener el valor ni la tolerancia para volver a ver la película.

Llevar a la pantalla ese bodrio también tuvo sus bemoles: mientras que Gene Simmons y Paul Stanley se ajustaron de manera profesional a la rutina del estudio cinematográfico, para Ace Frehley y Peter Criss fue un calvario que solo pudieron sobrellevar ingiriendo abundantes cantidades de licores y cerveza y algunos otros estimulantes cuyos nombres se pronuncian a escondidas.

Ace se quejó porque los escritores no le dieron diálogos en ninguna escena, es hilarante ver que cada vez que se le hacía una pregunta ‘El Galáctico’ respondía con un “Ack”, como un paroloteo de cotorra, pero los escritores se defendieron diciendo que en las entrevistas previas a la redacción del guión Ace se mostró muy risueño pero hermético. La verdad es que la mayor parte del tiempo estaba ebrio, de hecho en las escenas de la pelea con los robots tuvieron que usar a un doble porque Ace sí se peleó, ¡pero con el director! A Peter Criss le pasó casi lo mismo, en su caso hubo que hacer doblajes de voz porque no se le entendía nada de lo que decía.

Al final Kiss quedó convertido en una parodia de sí mismos, remedo de superhéroes venidos a menos. Lo teatral se volvió circense y de actores pasaron a payasos. El grupo musical se estaba convirtiendo en un espectáculo para niños, pero no se dieron cuenta de eso hasta que comenzaron la gira de 1979 y se pecataron de la gran cantidad de niños que asistían a sus conciertos. Fue por ese tiempo cuando despidieron a su manager Bill Aucoin y se fueron tomando las cosas con más seriedad.

Dice la leyenda que durante muchos años en el círculo de quienes trabajaban con Kiss estuvo prohibido siquiera hacer mención de la película frente a Paul Stanley o Gene Simmons, conscientes de que con el filme alcanzaron el máximo grado de ridiculez posible para la banda (aunque durante los años 80 Simmons insistió en que tenía talento para hacer carrera en el cine y logró hacer algunos papeles secundarios). Siendo benévolos, podríamos decir en su defensa que era una historia de ficción adecuada a su época; al menos ellos interpretaban “personajes” y una vez que se quitaran el maquillaje podrían deambular libremente por cualquier calle sin ser reconocidos, un privilegio del que no gozaron otros grupos “musicales” que también incursionaron en el cine con resultados semejantes, como las Spice Girls con ‘Spice World’ o Magneto con ‘Cambiando el destino’ (cierto, ellas y ellos también hicieron el ridículo, pero interpretándose a sí mismos. Cosas de juventud. Usted perdone).

Pero no me malinterprete, estimada lectora o lector, yo también soy fan de Kiss, es una de las bandas bienamadas de mi niñez y juventud temprana, y en su momento gocé como enano el estreno de ‘Kiss en el Infierno del Rock’ en el cine Olimpia Vistarama. En la actualidad ‘Kiss Meets the Phantom of the Park’ está considerada como un filme “de culto” entre (algunos) fans de Kiss, pero en términos generales es un fiasco, y fue el detonador que eventualmente provocó que Peter Criss y Ace Frehley dejaran a la banda.

Como nota marginal, en el año 2015 apareció la película de dibujos animados ‘Scooby-Doo! and Kiss: Rock and Roll Mystery’; en esa historia los miembros de Kiss alternan con los personajes de Scooby-Doo para resolver un “misterio” en un parque de diversiones donde una bruja extraterrestre intenta apoderarse de un diamante negro que mantienen bajo protección “los Kiss”, descendientes de una tribu guerrera originaria del planeta KISSteria. Parece que tampoco fue muy del agrado del respetable.

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