EL HILO DE ARIADNA

Las lecciones al defender las pequeñas grandes causas:
El caso de “El Platanito”
Por Heriberto Ramírez

 

La mayoría de las ciudades en su crecimiento han ido, por la propia dinámica de la urbanización, estableciéndose sobre lo que fueron o pudieron haber sido áreas verdes. Conforme crecen las ciudades desaparecen estos espacios naturales, hasta que por razones de salud y de estética se crean áreas arboladas, con césped, bancas, instalaciones recreativas, senderos para caminar y demás. Quienes viven alrededor los consideran una extensión de sus hogares, pues ahí juegan sus niños y los adultos pueden encontrar un espacio amable para descansar.
Son espacios comunitarios, aunque nadie lo diga o lo exprese en un documento, quienes los usan tienen ciertas prerrogativas sobre ellos, más cuando son amenazados de que en ellos se construirán gasolineras, almacenes o supermercados. Esta es la historia del parque “El Platanito”, su nombre deviene de su forma de plátano, ubicado al norte de la ciudad en medio de colonias ampliamente pobladas y escasas de áreas verdes. He transitado incontables veces por la vialidad donde se ubica este parque y desde el auto se ve cómo un palmo de terreno, un tanto inverosímil en medio de tanto tránsito vehicular y de locales comerciales en el entorno.
De pronto, en los medios informativos se da la noticia de que vecinos se inconforman porque de manera adyacente al parque se construirá una gasolinera. Las autoridades municipales aclaran de manera inmediata que el proyecto cuenta con todas las aprobaciones, federales, estatales y municipales. Todo se haya en regla. Entonces, el proyecto va. La maquinaria aparece de manera amenazante para iniciar la excavación y darle celeridad al proyecto y con ello la afectación del parquecito.
Quien haya autorizado el proyecto seguramente lo hizo sobre un escritorio, considerando que era un espacio “sin propietario” y que podía ser adjudicado a la empresa solicitante. Nunca consideró lo importante de este espacio para la vida de las personas que viven en torno a él; y mucho menos el encono justificado con que todos los vecinos se unieron para defender este espacio y oponerse al proyecto de una gasolinera por considerarla, además, una seria amenaza para su propia integridad.
La primera lección que nos deja esta movilización vecinal es lo imperfecto de la democracia, incluida, por supuesto la nuestra, dada la ausencia de espacios de debate, donde pareciera que, en muchos casos, como en este, solamente se escucha y se atiende a quien grita alto y fuerte. Los vecinos de “El Platanito” expresaron sus razones, pues aseguran que les generará contaminación visual, olfativa, auditiva y ambiental, por estar en medio de una avenida de gran tránsito vehicular, que, a dos metros del tanque de almacenamiento de combustible pasa la línea que distribuye el agua potable a la colonia, es decir, se trata de una posición suficientemente razonada.
Otra lección que puede ser desprendida es la necesidad de ampliar nuestro concepto de democracia, hay una gran cantidad de intereses y necesidades que van más allá de lo partidario sin que hasta ahora exista un esquema institucional destinado a darles cabida. Para este caso, como en otros es importante que el debate esté respaldado con asesoría de profesionales, pero esta asesoría debe complementarse con la voz y la defensa de los intereses de quienes posiblemente resulten con afectaciones.
Por múltiples razones la “política verde” viene ganando terreno en el mundo, las nuevas generaciones están genuinamente preocupadas por la salud del planeta y por consecuencia de nosotros, sus moradores. Hay una mayor sensibilidad sobre estos problemas tan frecuentes y tan desatendidos. Hasta ahora ha sido el lado izquierdo de la política quien abandera este tipo de causas.
La intervención oportuna de la alcaldesa le dio el toque de final feliz a esta historia, quien al menos en este caso mostró sensibilidad y sensatez. Aunque en la ciudad todavía quedan otras obras igualmente polémicas en algunos sitos de la capital, la más destacada es la ubicada en el Cerro Grande, que ha convocado y movilizado a una buena cantidad de ciudadanos comprometidos con el cuidado y conservación de estas áreas, todavía desprotegidas por la legislación local.
Todavía queda otra moraleja, el mensaje que se manda a la sociedad, de la posibilidad de ganar causas, en apariencia, perdidas. La importancia de la participación ciudadana en los asuntos de la vida comunitaria, aun cuando son amenazados por los grandes consorcios. La razón sigue siendo un camino prometedor para la defensa de las grandes y pequeñas causas.

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