EL ORÁCULO DE APOLO

El Universo que vemos ahora es un viejo universo

Por: Enrique Pallares

 

Reflexionaremos sobre el universo viejo y antiguo que observamos hoy (2020).

Todas las culturas han tenido una imagen del universo, una representación que moldea de manera muy específica nuestras vidas, o mejor dicho, nuestros estilos de vida. Así, la visión del mundo en la Edad Media estaba caracterizada por un Universo geocéntrico, esto es, la Tierra estaba al centro de una serie de esferas concéntricas y cristalinas. Los seres humanos, como consecuencia estaban en el centro del cosmos. Para ellos se vivía en un universo cerrado, no había nada más allá de esas esferas cristalinas y sobre todo actual, así como lo vemos así es en ese momento.

Ahora tenemos una imagen distinta del cosmos. Esta nueva representación está delineada por nuevas teorías y por las limitaciones de observación y exploración en un universo ilimitado y enorme.

En el horizonte del mundo perceptible humano, de hecho, toda la información que recibimos de fuera de nuestro planeta nos llega por el sentido de la vista y sus extensiones, como lo pueden ser los telescopios ópticos, infrarrojos o de rayos X. Por estas ventanas nuestro mundo perceptible se asoma al universo extraterrestre.

Sin embargo, el universo observable tiene sus límites y horizontes.
Por ejemplo, la teoría de la relatividad nos pone una serie de fronteras. Una de ellas es que ninguna señal puede viajar a una velocidad superior a la de la luz que es de 300,000 kilómetros por segundo.

Es por esto que sólo podemos recibir señales de los objetos cósmicos en determinados momentos de su trayectoria temporal. Así que no podemos tener un mapa actual del universo, sino sólo una cierta imagen temporalmente heterogénea. Nuestra imagen del universo observable es un mosaico, cuyas piezas provienen de tiempos muy distintos, un peculiar corte espacio-temporal determinado por la peculiar perspectiva del observador. Digámoslo con este ejemplo que nos permite aclarar este asunto.

Cuando tomamos, por caso, una fotografía familiar, todas las personas y cosas que aparecen en ella coinciden en el tiempo. La instantánea nos muestra los estados de cosas en el preciso momento del flash. Esas cosas coexisten temporalmente.

Sin embargo, si nosotros tomamos una fotografía desde la tierra hacia el espacio, suponiendo que contamos con una cámara muy potente, en la fotografía encontraríamos hechos desconcertantes. Estaría en esa placa el Sol tal como fue ocho minutos antes de que se tomara la foto; Próxima Centauro, la estrella más próxima al Sol aparece tal como fue hace cuatro años. Y en la misma fotografía aparece la Galaxia de Andrómeda tal como era hace unos dos millones de años y así sucesivamente otros objetos más viejos pero no como son en el preciso momento de tomar la foto. La imagen que nos mostraría la fotografía sería un mosaico de objetos en diferentes tiempos. Es una fotografía en la que vemos objetos que no coexisten en el tiempo, así como nosotros no coexistimos ni temporal ni espacialmente con Napoleón.

El universo observable, al voltear hacia arriba, es siempre un universo pasado, antiguo, viejo quizá ya ni exista. El universo actual, tal como es en este momento, no lo podemos observar. Si en este momento explotara una supernova en la Gran nube de Magallanes, en este instante nosotros no nos podemos enterar. No hay manera de saberlo. No podemos observar si sucedió ahora. Quizás lo podrán ver los hombres, fíjese usted, que vivirán dentro de unos 170,000 años.

¿De qué manera influirá esta visión del mundo en nuestras vidas una vez que seamos conscientes de ello, y cómo repercutirá en la de las próximas generaciones de seres humanos?

Mostrar más
Botón volver arriba