ESQUELETOS EN EL CLOSET

 

“Temor” -en memoria de Neil Peart- (1952-2020)
Por Jorge Villalobos

El 7 de enero de este año 2020 falleció Neil Peart, baterista y compositor principal del trío canadiense Rush. Difícil ser breve en casos como este, tratándose de uno de los artífices que más he admirado (y no estoy solo en esto) durante casi 40 años. En esta ocasión opto por dejar para otro momento el recuento de la vida y milagros de Peart y Rush y me limitaré a transcribir –procurando la traducción más fiel posible al original– e intentar interpretar un fragmento de su legado con un tema que adquiere vigencia en estos tiempos aciagos e inciertos.

La composición “Fear” (“Temor”) es una tetralogía de canciones (que originalmente fue una trilogía) compuestas por Neil Peart con una temática común, que apareció en desorden y en varios álbumes, cada una de ellas con un estilo musical disímbolo.

Tras recomponerse de un periodo de lamentables experiencias personales, Peart incorporó con muchos años de distancia una parte IV a la serie que originalmente fue publicada durante los años 80. Con un estilo de heavy metal seco, duro, muy sintomático de la época en que fue grabado, la canción “Freeze” (“Congelar”, lanzada en el álbum ‘Vapor Trails’, 2002) trata acerca del miedo a un agente externo, algo súbito y desconocido, y lo que se elige hacer ante tal temor:

“Freeze” (fragmentos)

“No puedo detenerme a razonar
O rendirme a un reflejo
Confiaré en mis instintos
O me rendiré a mi susto
[…] A veces me congelo —hasta que llega la luz
A veces vuelo —hacia la noche
A veces lucho —contra la oscuridad
A veces me equivoco —a veces tengo razón”

La parte I es “The Enemy Within” (“El enemigo interno”, del álbum ‘Grace Under Pressure’, 1984), y está musicalizada con un desafortunado ritmo de fusión reggae-rock, también muy característico del periodo en que fue grabada. Aquí se trata del miedo que se genera dentro de nosotros y lo que motiva las decisiones que tomamos para sobreponernos:

“The Enemy Within” (fragmentos)

“Cosas se arrastran en la oscuridad
Que devana la imaginación
Agujas en tus terminales nerviosas
Se arrastran como arañas en tu piel
Golpeando tus sienes
Y una oleada de adrenalina
Cada músculo tenso—
Para cercar al enemigo interno…
[…] Sombras a través de tu ventana—
¿Fueron sólo árboles en el viento?
Cada respiración una carga estática—
Una lengua que sabe a hojalata
Mirada acerada—
Para esconder al enemigo interno…
[…] Para ti —¿es movimiento o es acción?
¿Es contacto o simple reacción?
Y tú —¿revolución o simple resistencia?
¿Es vivir o simple existencia?
¡Sí, tú! —se necesita un poco más de persistencia
Para levantarse y recorrer la distancia…”

Mientras las partes IV y I de “Fear” lidian con miedos propios de un solo individuo, las otras dos partes poseen un sentido más universal, más propio de las colectividades de cualquier lugar del orbe.

El álbum ‘Signals’ (1982) incluye la parte II, “The Weapon” (“El arma”), con una composición musical francamente ejemplar en cuyo “puente” el guitarrista Alex Lifeson y el bajista/tecladista Geddy Lee hacen alarde de virtuosismo creando una atmósfera con desplantes marciales que permiten a Neil Peart demostrar una vez más por qué se le considera entre los bateristas más logrados del rock.

En esta ocasión se trata del temor colectivo al Estado, a las instituciones, a los políticos, y la manera en que este se puede convertir en un “arma” de control:

“The Weapon”

“No tenemos nada qué temer —¿sino al miedo mismo?
¿No al dolor o al fracaso, no a la tragedia fatal?
¿No a las unidades defectuosas en esta maquinaria loca?
¿No a los contactos rotos en la química emocional?
Con puño de hierro en guante de terciopelo
Estamos protegidos bajo la pistola
En el juego de la gloria en el tren de fuerza
Se hará la voluntad de tu reino

Y las cosas a las que tememos
Son un arma a ser alzada contra nosotros…

Él no teme a tu juicio
Conoce horrores peores que tu Infierno
Tiene un poco de miedo a morir—
Pero está mucho más atemorizado de tus mentiras

Y las cosas a las que teme
Son un arma a ser alzada en su contra…

¿Puede alguna parte de la vida -ser más grande que la vida?
Hasta el amor debe estar limitado por el tiempo
Y aquellos que nos empujan más abajo de lo que pueden subir—
¿Vale algún asesino más que su crimen?
Como una espada de acero en una vaina de seda
No vemos de qué están hechos
Pregonan el amor, pero a la hora de la verdad
Viven por las cosas que temen

Y el conocimiento al que temen es un arma para ser usada en su contra…”

No es necesaria una gran capacidad de interpretación literaria para encontrar en la historia universal, antigua, reciente o actual, similitudes y ejemplos aplicables a los versos de “The Weapon”. De entrada, la frase del primer verso fue el inicio del discurso de toma de posesión de Franklin Delano Roosevelt como presidente de Estados Unidos en 1933, como una forma de inspirar optimismo a la población en medio de la Gran Depresión, pero Peart parodia la frase conteniéndola entre signos de interrogación para evidenciar una de entre varias formas de manipulación a las que luego se refiere con alegorías (“las unidades defectuosas en esta maquinaria loca”, “puño de hierro en guante de terciopelo”, “la voluntad de tu reino”) e incluso de manera explícita (“estamos protegidos bajo la pistola”, “el juego de la gloria en el tren de fuerza”, “aquellos que nos empujan más abajo de lo que pueden subir”), para rematar con la crítica hacia la clase política: “Él tiene un poco de miedo a morir -pero está mucho más atemorizado de tus mentiras-”.

La frase “las cosas a las que tememos/teme” (nosotros/él) cambia en su tercera oportunidad por “el conocimiento al que temen” (ellos, los señalados que causan el temor pero también son susceptibles de padecerlo), dejando a interpretación si en alguna ocasión, por alguna causa, un Estado, un dictador, un líder detentador, hace lo que está a su alcance para reducir a un pueblo a un estado de ignorancia con el fin de que este no disponga del arma del conocimiento para alzarla en su contra. La frase me hace pensar en una realidad peligrosamente cercana (pero no me hagan caso, es la paranoia propia de la temática en análisis).

Finalmente, “Witch Hunt -part III of Fear” (“Cacería de brujas”) está contenida en el álbum más célebre de Rush, ‘Moving Pictures’ (1981), y es la más inquietante de las cuatro partes de la serie, tanto en lo musical como en lo lírico. La pista es introducida por unas campanas que preceden al sonido de una muchedumbre aparentemente iracunda para luego dar paso a un ritmo de vals con una cualidad críptica, ominosa, que justifica el título de la pieza y logra la impresión de asistir a una ejecución pública.

“Witch Hunt” se refiere a la forma en que el temor alimenta la imaginación de las masas y puede ser utilizado para controlarlas:

“Witch Hunt”

“La noche es negra
Sin luna
El aire es denso y silencioso
Los vigilantes se reúnen
En la solitaria colina alumbrada con antorchas

Facciones distorsionadas en la luz parpadeante
Los rostros torcidos y grotescos
Silenciosa y severa en la noche sofocante
La turba se mueve como demonios posesos
Tranquilos en su conciencia, calmos en su derecho—
Confiados de que sus hábitos son mejores

Los justos se alzan
Con ojos ardientes
De odio y mala fe
Locos alimentados de miedo y mentiras
Para golpear y quemar y matar

Dicen que hay extraños que nos amenazan
En nuestros inmigrantes e infieles
Dicen que hay extrañeza, muy peligrosa
En nuestros teatros y estantes de libros
Aquellos que saben lo que es mejor para nosotros—
Deben alzarse y salvarnos de nosotros mismos

Presto para juzgar
Presto para enfurecerse
Lento para comprender
Ignorancia y prejuicio
Y temor
Van tomados de la mano…”

Al inicio del poema la alusión a los juicios inquisitoriales medievales del título “Cacería de brujas” puede ser tomada con literalidad, pero se convierte en alegoría de interpretación común a partir de la segunda estrofa. Aquí es donde la cosa se pone inquietante, y con un poquito de imaginación, cobra una actualidad insospechada.

La muchedumbre reunida asume una superioridad moral que justifica sus actos (“tranquilos en su conciencia, calmos en su derecho -confiados de que sus hábitos son mejores-”). La muchedumbre puede tener el objetivo de prender y ajusticiar a una o varias “brujas”, como también puede ser su objetivo reclamar un derecho común. Pero esta muchedumbre reacciona con una violencia alimentada por el miedo (miedo a la bruja, miedo a perder un derecho) y originada por información de una sola fuente; recordemos que todo conflicto tiene dos partes, y por lo mismo, dos versiones. Cualquier semejanza con una protesta o manifestación callejera actual debería ser una coincidencia.

Y si tomamos en cuenta que la composición data de 1981, las dos estrofas finales son definitivamente una coincidencia con los dichos y los actos de un par de estadistas actuales del continente americano. Los “extraños que nos amenazan (…) inmigrantes e infieles” son miembros de grupos multiétnicos en un caso y ‘neoliberales’ en el otro. La “extrañeza” que hay en nuestros teatros y bibliotecas es la posibilidad de adquirir cultura y conocimiento, y con ellos conciencia, por eso es “peligrosa”.

La frase “aquellos que saben lo que es mejor para nosotros— deben alzarse y salvarnos de nosotros mismos” resulta un desesperado plañido por una guía, una señal, una luz. O, por el contrario, podría ser otra expresión sarcástica. Los últimos seis versos retratan a la perfección a los personajes políticos en cuestión y cincelan en mármol una cruda verdad de la miseria humana.

* Comentarios, sugerencias, dudas o desavenencias acerca de “Esqueletos en el Closet” son atendidos al correo electrónico esqueletosenelcloset@hotmail.com.

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