LO QUE NO SOMOS TODOS LOS DÍAS

 

Como en fuente ovejuna, en México el pueblo hace justicia

Por Mario Alfredo González Rojas

 

Claro que está muy «claro», lo que dice el Artículo 17 de la Constitución Mexicana, de que nadie se debe hacer justicia por su propia mano, ejercer violencia por su cuenta haciendo a un lado a la autoridad. Pero se haya leído o no el contenido de dicho precepto, cada quien tiene su concepto chueco o derecho de lo que es justicia, de lo que debe ser la justicia.

Sin tantos adornos, justicia es lo que de acuerdo con juristas y con nuestra razón, es lo que corresponde dar a cada quien, según lo que merece. El concepto a pesar de su simpleza, adopta diversas formas en nuestro país, partiendo de las autoridades. Hay excepciones. En los últimos días se han presentado casos, en que la gente ha hecho justicia por su propia mano en diferentes partes del país, y se ha golpeado a delincuentes e incluso se ha llegado a quitarles la vida. Y no es de ahora.

Decía estos días Ángel Verdugo, un comentarista que «no tiene pelos en la lengua», que estas acciones justicieras equivalen a actos de cavernícolas, en un país sin autoridades justas, responsables y honestas. Por otro lado, no hay nada más inhumano que la violencia. Sin embargo, en un país en donde prevalece el 98 por ciento de impunidad, qué se puede esperar.

Con mi costumbre de siempre, de comparar los hechos del presente con temas y ejemplos de obras literarias, usé un poco la memoria a propósito de los linchamientos y ajusticiamientos callejeros hacia los delincuentes, y recordé una de las obras principales de Félix Lope de Vega (1562-1635), Fuente Obejuna. En esta pieza teatral, estructurada en tres actos, el pueblo en el papel de poder colectivo, se vuelca contra el Comendador Mayor de la Orden de Calatraba, esto en Fuente Obejuna, Córdoba, España, Fernán Gómez y termina matándolo en la plaza.

¿Por qué el crimen? El Comendador, un señor curtido por dentro y por fuera de feudalismo, ya tenía cansado al pueblo por sus constantes abusos, y pues le tuvo que llegar su hora. Además quiso abusar de Laurencia el día de su boda con Frondoso, y se pasó a un reclamo muy violento de parte del novio, el que con ballesta en mano se le fue encima al señor feudal. Muchos participaron en el linchamiento, hasta que pasó a mejor o peor vida don Fernán, según las culpas que cargaba. La autoridad, investiga y pregunta quién había matado al perverso funcionario, y entonces le contestaron, «todos a una», que Fuente Obejuna, según reza el texto de esta famosa obra (publicada en 1619, en el Siglo de Oro Español), la que aseguran tuvo su asiento en la vida real.

No se nos olvide que el poder colectivo -el poder, la fuerza que emana del pueblo- puede ser enorme y no encontrar en un momento dado diques a su paso. Así como en Fuente Obejuna, la realidad que a veces explota en México, puede traer fatales consecuencias, cuando la desesperación llega a sus límites. No se olvide que en 1995 empezaron a surgir en nuestro país los famosos grupos de policías comunitarios, los que desde luego al margen de la ley, también amparados en su supuesta cruzada de hacer justicia, han escondido a veces oscuros intereses. Una decena de estos grupos han surgido a lo largo del tiempo, principalmente en el sur, lo que es a todas luces anticonstitucional.

Todos sabemos que la primera obligación del gobierno es la protección de sus gobernados, y en esa circunstancia, se pervierte el orden constitucional cuando la justicia proviene de un poder colectivo, como es el caso en que la propia sociedad se encarga de castigar a un supuesto culpable. Los grandes problemas como la impunidad, la inseguridad han hecho crisis en un país devastado ahora por los problemas derivados de la pandemia del coronavirus. Antes del surgimiento del virus chino estábamos muy mal, no como dijo el presidente, que «íbamos rete bien». Ya había un gran desempleo, falta de inversiones, el PIB en picada, etc.

No hay que recurrir al Oráculo de Delfos como se hacía en la antigua Grecia -aquí en México sería a los chamanes en el Zócalo-, para consultar el futuro. Con 15 millones de nuevos desempleados y alrededor de 90 millones de pobres, no 52 millones como dice el gobierno, no podemos esperar un «México feliz, feliz», como dijo su presidente en una ocasión. Nunca se ha sabido, que una persona pobre, que además tiene terror de salir a la calle, viva tranquila y feliz.

Mostrar más
Botón volver arriba