A DECIR VERDAD

La militarización creciente, sello del gobierno dictatorial
Por Rubén Iñiguez

 

¿Quién es el Secretario de Estado favorito de AMLO porque no aparece entre los aspirantes a la sucesión, nunca cuestiona ninguna de las ideas del presidente, y procede a cumplirlas como órdenes inexorables? Es el General Secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval González.

Por alguna extraña razón, dado que no se observan los móviles con claridad, el gobierno de la 4T ha decidido utilizar nuevamente a los militares del Ejército Mexicano como su agencia de construcción favorita, además de que acaba de encomendarles una nueva tarea, hacer el nuevo aeropuerto de Tulum, Quintana Roo. Un gran aeropuerto que competirá con el de Cancún, suena innecesario y extraño, pero así lo decidió el hombre del Palacio Nacional.

Extraña decisión para el furibundo presidente que destruyó el NAIM de Texcoco, en la primera de sus decisiones desastrosas. El punto es que Tulum está a 90 kilómetros de Cancún, que dicho sea de paso, es el segundo aeropuerto nacional en cuanto a tráfico aéreo, número de vuelos internacionales, superando incluso al de Guadalajara, que se quedó con las ganas de ser el beneficiario de la carga aérea con la cancelación del NAIM.

Será porque Jalisco no resulta grato al presidente López Obrador. La idea de hacer Tulum, suena a un principio no muy claro. La zona del sureste y la Riviera Maya opera básicamente con dos aeropuertos, uno de ellos, el de Cancún, antes que empleaba a Mérida para ingresar a la zona. Los aeropuertos deben determinarse bajo estudios serios de mercado, de factibilidad, de medio ambiente y finalmente de no interferir en la navegación.

Qué negocios, qué empresarios favoritos aparecerán en el horizonte, por el momento no está claro, pero para que se involucre AMLO directamente, y tome tan rápido esa decisión, o tiene que ver con los cuates capitalistas, con el primer círculo, o con familiares directos.

Huele a maniobra para elevar la plusvalía de un gran desarrollo inmobiliario, “un Tulum Hills”. Pero recordemos que la corrupción sólo es cosa del pasado, en este gobierno ya no hay corrupción, por lo que este proyecto será sólo para beneficiar a los pobres, seguramente, pero que tengan muchos dólares…

Pero lo que es rotundo, es que el General Secretario, aceptó sin titubear la nueva tarea al Ejército, que en lugar de un soldado en cada hijo te dio, ahora debe decir “un albañil en cada soldado te dio”. Por eso tiene encantado al emperador el Ejército, simplemente ejecutan y no cuestionan.

Ciertamente no es malo tener un aeropuerto, pero no se conoce el tipo de proyecto, más parece el propósito de tronar a los que manejan Cancún, que crear una nueva alternativa para la aviación civil. Segurísimo que lo operarán los militares, quieren todo.

La distancia a Cancún no ha impedido el crecimiento de esta zona, con Playa del Carmen, y el mismo Tulum frente a Cozumel, que tiene también un aeropuerto con capacidad para recibir jets comerciales. ¿Entonces, por qué otro aeropuerto?

Por ello resulta tan extraña la decisión, la separación es de unos 30 kilómetros de agua con respecto a Cozumel desde Playa del Carmen y la gente usa vuelos locales o los barcos todo el día.

El Ejército ya planteó otra determinación al presidente López Obrador, quiere el control total de todo el tráfico aéreo del país. Por lo que presurosa la 4T y los militares, quieren dar un paso que afectará a las agrupaciones de profesionales de la navegación, a los sindicatos de operadores aéreos, porque todo parece indicar que se pretende militarizar en forma definitiva cada aeropuerto mexicano.

Los operadores serán soldados, y su función no sólo sería la seguridad aérea, sino todo tipo de operaciones, recaería en los militares.

Podrían los puristas de la izquierda, decir que el gobierno del presidente distaría mucho de comportarse como sus antecesores, incluso de Felipe Calderón, que derrochó entusiasmo por el Ejército Mexicano. Pero el Comandante AMLO va más lejos.

En realidad, lo que está sucediendo es una tendencia consumada en Cuba, Venezuela o Nicaragua. El elemento base en que se afianza el sistema político es el del predominio militar.

Los aparatos bélicos son numerosos, dotados de capacidades crecientes para sofocar protestas masivas, con pistolas de pintura, y otros equipos que pudieron ser probados inicialmente en contra del colectivo FRENAA. Sin embargo, su plan no es propiamente jugar gotcha sino aplacar a los inconformes.

Nicolás Maduro, sin el apoyo militar ya hubiera partido a su exilio. Recuerden la lectura de “La invasión consentida” de Diego G. Maldonado, al respecto. Cuba en tanto expone sus propósitos de tipo imperial, al inmiscuirse de forma directa en la vida de Venezuela, explotando sus recursos para mantener a flote su sistema opresor, y continuar como a lo largo del castrismo, exportando la revolución a todo el mundo; desde África, hasta el Centro y Sudamérica, sacrificando a los idealistas y los románticos como Ernesto “El Ché” Guevara, y a otros líderes que eran demasiado revolucionarios como los salvadoreños o inconformes con el resultado del Castrismo.

Las dictaduras requieren un ejército amplio, poderoso, inmiscuido en todo renglón de la vida, administrando desde las subsistencias alimentarias, hasta las obras públicas. Todo ello para ser bañados de dinero y administrar jugosas actividades que sin duda serán una mina de oro para el alto mando.

A cambio, no importan los errores de AMLO, la inseguridad, la pandemia, o la recesión económica, el Ejército está para cumplir las órdenes, sin reflexionar, como le gusta al presidente. Son perfectos porque no cuestionan, por eso caen como anillo al dedo a la 4T. ¿Y la Patria y el Honor de México?

Ya se encargan de construir los bancos del bienestar, se encargan de construir los cuarteles de la Guardia Nacional, de construir el aeropuerto de Santa Lucía. Esa disciplina le sirvió también a Durazo para competir como candidato a gobernador de Sonora, con malos resultados en seguridad, pero señalado por “el dedo” del centro para competir por la gubernatura de aquel estado, por las siglas de Morena.

Ahora la Guardia Nacional será absorbida por al mando militar, ya tienen las aduanas del país, los puertos, las vialidades, y obras colaterales, todo será para la labor militar.

El presidente que antes los llamó asesinos, cuando sirvieron a Díaz Ordaz, o a Echeverría, que los tuvo contentos, pero a distancia, hoy los premia con recursos sin límites y sin transparencia y les confiere todo tipo de tareas no militares.

Todo es secreto militar, ninguna instancia salvo algunos periodistas de El Financiero, de Proceso, o de la revista Siempre, piden cuentas al Ejército Mexicano que vive una era de felicidad, como la tuvo en los tiempos post-revolucionarios en que los caudillos les permitieron todo, con tal de tenerlos a su lado o en paz. Son los garantes de la continuidad del status del poder.

Total, las democracias de América Latina parecen tener como final triste el marchar a paso redoblado militar. El populismo parece ser ambiente propicio para la disciplina castrense y cuando este llega, no se sacude con las elecciones o los discursos…Tulum hará correr mucha tinta.

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