EL ORÁCULO DE APOLO

El premio Nobel de Física del 2020 y los agujeros negros
Por Enrique Pallares

Este año los Nobel no se escaparon a la pandemia del coronavirus. En esta ocasión fue muy distinto por las restricciones de los aforos y de celebraciones. Dado que se están realizando con una presencia mínima de periodistas acreditados en la sala donde se da la noticia y se han suprimido las ceremonias con centenares de invitados, es oportuno hablar de ellos en este medio para que no pasen de largo.
El primero en ser anunciado fue el de Medicina que recayó en tres científicos: dos estadounidenses, Harvey J. Alter y Charles M. Rice y uno británico, Michael Houghton, por el descubrimiento del virus de la hepatitis C, una enfermedad que ha sido difícil de erradicar. El descubrimiento del virus que la causa ha facilitado el desarrollo de nuevos medicamentos que han permitido salvar millones de vidas.
También a tres personalidades de la ciencia les fue otorgado el segundo, el de Física: la estadounidense Andrea Ghez, el alemán Reinhard Genzel y el británico Roger Penrose, este último, el más célebre del trío. Andrea Ghez se convierte en la cuarta mujer en la historia que ha sido galardonada con el premio Nobel de Física. Como todos ustedes saben, la primera en conseguirlo fue Marie Curie en 1903, la segunda le correspondió a la alemana María Goeppert-Mayer en 1963 y la tercera fue la canadiense Donna Strickland en el 2018.
El premio Nobel de este año fue otorgado, a los tres ya mencionados, porque han investigado “los secretos más oscuros del universo” y porque han abierto nuevos caminos en el estudio de objetos compactos y supermasivos como lo son los agujeros negros. El concepto de agujero negro fue acuñado en 1969 por el físico norteamericano John Wheeler.
¿Cómo se forman los Agujeros negros? De manera breve, muy breve, los físicos dicen que los agujeros negros se forman a partir de estrellas moribundas, las cuales luego de un proceso natural empiezan a acumular una enorme concentración de masa en un radio mínimo, de tal manera que la velocidad de escape de esas estrellas es mayor que la velocidad de la luz. A partir de este momento la ex-estrella no permite que nada se escape a su campo gravitatorio, inclusive la luz con su extraordinaria velocidad.
Cada uno de los tres galardonados en Física, son líderes de grupos de astrónomos que se han concentrado desde la década de 1990 en una región llamada Sagitario A* en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Han cartografiado con precisión las órbitas de las estrellas más brillantes y cercanas al centro galáctico. En estos estudios, encontraron un objeto invisible extremadamente masivo -un agujero negro- de alrededor de cuatro millones de masas solares. ¡Pero qué es esto! Espero que nos demos una idea con la siguiente comparación. Si la masa del Sol equivale a unas 332,950 veces la masa de la Tierra, entonces la masa de ese agujero negro, sería de 1, 331, 800, 000, 000 (un billón trecientos treinta y un mil ochocientos millones) de tierras, aunque pudiera estar toda esta masa en un volumen comparable al del Sol. Se trata de materia extremadamente comprimida.
Otro dato de esta monstruosidad en el centro de la galaxia, es que tira de las estrellas, haciéndolas correr a velocidades vertiginosas. El ejemplo que ponen los astrónomos es que la estrella llamada S2 o S-O2 completa una órbita alrededor del centro de la Vía Láctea en menos de 16 años. El Sol tarda 200 millones de años en completar dicha órbita. Esto quiere decir, que los dinosaurios campeaban por la Tierra cuando esta comenzó la vuelta actual.
Perplejidades filosóficas.
Los problemas filosóficos que desencadenan los agujeros negros son principalmente de carácter epistemológico y ontológico. De los primeros se trata de concebir y comprender lo que implican nociones tales como «singularidad» «singularidad desnuda» «horizonte de sucesos» y el mismísimo concepto de «agujero negro»; conceptos todos ellos de gran complejidad explicativa y comprensiva. En los segundos, los ontológicos, si bien es cierto que la existencia matemática permite que “exista” cualquier cosa, pues siempre puede formularse algún sistema axiomático en el que un enunciado cualquiera sea verdadero (o que se puedan encontrar otros en los que dicho enunciado sea falso), no conduce necesariamente a la existencia física. Es decir, este tipo de “existencia” formal (ficcionista), no implica existencia en el espacio-tiempo. Sin embargo, hay que reconocerlo, mucho de lo que vemos a nuestro alrededor puede explicarse con un conjunto de reglas lógicas-matemáticas relativamente sencillas en un grado muy sorprendente.
Por otro lado, ¿qué crédito merece el concepto de «agujero negro»? La idea general es simple. Con el tiempo, todas las estrellas acaban colapsándose. El futuro de lo que quede de una estrella (después de que su núcleo sea incapaz de generar energía) dependerá de la atracción gravitatoria entre todas sus partes o en términos relativistas de la curvatura extraordinaria del espacio que se genere por su masa.
Aun así, es de asombrarse, pues si el colapso gravitatorio es lo que determina la formación de un agujero negro, esto no sólo representa el fin de una estrella, sino el fin de la materia de que estaba hecha, en abierta contradicción con la creencia común. ¿Por qué la teoría general de la relatividad, y en general las leyes de nuestra física, no funciona en la ya famosa singularidad? Son preguntas de gran interés filosófico para las futuras generaciones de estudiosos de Filosofía de la Física. El otorgar el Nobel a estos tres astrofísicos, revela la importancia que tienen estos secretos del universo.

Mostrar más
Botón volver arriba