LA TINTA ERRANTE

Simpatía por el Diablo
Por Germán Campos

 

“Por favor, permíteme presentarme” rezan las primeras palabras de aquella famosa canción grabada por The Rolling Stones en 1968, Sympathy for the Devil. No sólo en la música el anticristo, demonio, lucifer y muchos otros nombres por los que se le reconoce, ha sido invitado a formar parte de nuestra cultura mundial. El “chamuco” está presente en prácticamente todos los rincones y recovecos en la historia de la humanidad donde ha sido representado de diferentes formas, desde animales peligrosos hasta humanoides poderosos. Presentaré aquí algunos ejemplos que son importantes, al menos, para mí.

En la música
Belcebú sirvió de inspiración para magníficas composiciones musicales abrazadas por diversos géneros e intérpretes. En 1970, Jerry García y John Dawson escribieron la canción “Friend of the Devil” que Grateful Dead grabó para su álbum American Beauty. Según el mismo Jerry García, este tema fue vagamente inspirado por las andanzas de su entonces manager Robert Scully quien, a su vez, los otros miembros de la banda culpaban por las adicciones que Jerry García tenía a la heroína.

White Zombie, la banda que Rob Zombie lideró desde 1985 hasta su desintegración en 1998, hizo lo propio en la canción de 1995 “Super-Charger Heaven” y, como muchas de las letras de esta banda, esta en particular es un poco difícil de descifrar. White Zombie describe a un ser humano que ha sido poseído por un demonio y todo el tiempo lo siente dentro de su cabeza.

Quizás la canción más emblemática en el género del hard rock haya sido escrita por la banda Black Sabbath; su homónima Black Sabbath. La letra de la canción proyecta a un Ozzy Osbourne que pide a gritos la ayuda de un ser supremo al percatarse de una presencia al parecer maligna y envuelta en llamas; el fuego siempre ha sido un fiel compañero de este ser malvado, contrincante de la divinidad y bondad por excelencia.

En las películas
La Última Puerta (Ninth Gate, 1999), película dirigida por Roman Polanski y que está levemente basada en el libro El Club Dumas de Arturo Pérez-Reverte (1993), narra la historia de un vendedor experto en libros quien es contratado para autenticar una de las supuestas tres copias existentes de The Nine Gates of the Kingdom of Shadows; una obra adaptada de un libro aparentemente escrito por el diablo y que, bajo la correcta aplicación del ritual que ahí se describe, logra convocar al autor para obtener sus grandes poderes. Es sabido que Polanski no es ajeno a la maldad desde aquel incidente en 1969 en Los Ángeles, California, Estados Unidos, en el que perdió la vida su esposa Sharon Tate a manos del famoso líder sectario Charles Manson y que repercute hasta el día de hoy.

También en el cine nacional existen ejemplos en los cuales podemos ver al diablo como protagonista. La película Macario (1960), protagonizada por Ignacio López Tarso interpretando a campesino trabajador, retrata de forma breve una de las personalidades más famosas que se le atribuyen al demonio: adinerado y listo para hacer algún trato con el ingenuo y necesitado.

En los eventos mundiales
El fin del mundo siempre ha significado misterio y hasta morbo para el ser humano. Por obvias razones, la lucha entre el bien y el mal se ha posicionado en medio de la plática cuando de predecir fechas y acontecimientos significativos para la humanidad se trata. El apocalipsis y su llegada preñada del hijo de satanás es otro tema de estudio y debate constante entre expertos en la materia, interesados en el caso, o pretenciosos pseudo-intelectuales. Muchas de estas conversaciones no pasan de ser un placentero hecho anecdótico y, sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que este tipo de comentarios despiertan un genuino interés por lo desconocido.

Lo cierto es que el libro del Apocalipsis ha generado un sinfín de nefastas interpretaciones con un propósito en común: el anticristo tiene el plan de regresar a este mundo para, de una vez, reformar su séquito de fieles almas malvadas y cobrar venganza, sea lo que sea que esto signifique. Todo esto suena muy atrayente para la mente hambrienta de conocimiento acerca del lado oscuro pero la realidad es que todo este enredo de interpretaciones se ha salido de control, al grado de llegar a afectar de forma directa a comunidades e incluso naciones. Tal como lo describe la biblia, falsos profetas se autoproclamarán sabedores de cómo el mundo alcanzará finalmente su fin y es inevitable involucrar de alguna forma a “el chamuco” como actor estelar.

Año 1033; se habló de la desaparición del mundo al cumplirse exactamente un milenio desde la muerte de Jesucristo.
Año 1843: Guillermo Miller se aventuró a descifrar la fecha exacta para el fin del mundo para marzo de ese mismo año.
Año 1975: Los Testigos de Jehová predijeron el fin del mundo para dicho año y hacen pública la fecha a través del libro “Vida Eterna en Libertad de los Hijos de Dios”.
Año 1978: la secta “El Templo del Pueblo” fue responsable del suicidio colectivo de más de 900 personas al ingerir cianuro como respuesta a la inminente llegada del fin del mundo.

Quizás jamás sabremos si el mismo diablo estuvo presente cuando ocurrieron estos acontecimientos. Hay quienes creen que satanás no es alguien o algo sino un conjunto de malas decisiones tomadas en el peor de los momentos. El mundo sigue su curso por más confuso que esto parezca y es probable que la representación de lucifer se siga adaptando a las nuevas circunstancias. Lo que es una realidad es que no se puede seguir acusando a este personaje por las malas decisiones que se toman de manera desinformada. ¿Él qué culpa tiene?

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