VIAJE EN CARRETERA

AD10S
Por Violeta Rivera Ayala

Hola, bienvenidos a este viaje en carretera, qué les parece si nos vamos hasta Argentina, rumbo al funeral del hijo bien amado del mundo, Diego Armando Maradona, el “más humano entre todos los dioses”, dijo Eduardo Galeano.
El 25 de noviembre recibimos la noticia de que el astro del futbol dejó este plano terrenal. El informe ha dado la vuelta, dejándonos la leyenda del hombre con la mano y los pies de Dios, que nació en los suburbios para convertirse en un ícono que en su trayectoria se atrevió a tocar fondo, vivir para contarlo y redimirse. Del cielo a la tierra y de vuelta ahora, al cielo, en su nombre llevaba la insignia del Fénix: el que se regenera desde las cenizas. Su carta de reacción: Muerte y resurrección, excesos, nada a medias.
“Era un ángel y se le ven las alas heridas”, ha cantado Andrés Calamaro. Añado: Si Dios vomita a los tibios, el único ser que ha pasado y pasará limpio, con 10, será Diego Armando Maradona.
Un personaje complejo, el héroe que necesitábamos para evolucionar y confrontarnos, para atrevernos a vivir y a ir por todo. Estar en su camisa realmente debió ser un gran peso. Estratega nato, superó sus pruebas con creces. “Nadie puede apartarse, hay que ser muy especial, tener el corazón de piedra, para no sentir que la vida se ha llevado a alguien muy preciado”, exclamó el periodista Víctor Hugo Morales.
Durante un viaje a Buenos Aires, en el que recibí una distinción por quedar finalista del Concurso Internacional de Poesía y Cuento Breve, tuve la fortuna de ver la Iglesia Maradoniana; un recinto especular, donde ofician ceremonias, hay rituales de iniciación y bendición, bajo la consigna de amar y consagrarse al más grande D10S del balompié.
“Diez era Dios, bendito Maradona, en vos confío”, exclamó Joaquín Sabina y ni cómo dejar de lado su himno cantado por Rodrigo: “Carga una cruz en los hombros por ser el mejor, por no venderse jamás al poder enfrentó, curiosa debilidad, si Jesús tropezó, por qué el no habría…”.
Me tocó escuchar allá discusiones acerca del deporte más popular de la tierra, desde una visión filosófica de alto nivel. No se trata de once jugadores por equipo corriendo en la cancha, sino que se pone en juego la economía, la política, la historia de las naciones e incluso la paz y la guerra global.
“Si Andy Warhol estuviera vivo, sin duda hubiera puesto a Maradona entre sus serigrafías, al lado de Marilyn Monroe y Mao Tse Tung”, expresó Emir Kusturica en su documental acerca del famoso futbolista, quien externara que de pequeño entrenaba todo el día, incluso de noche, lo que le ayudó a desarrollar la intuición, el sentido auditivo y a anticiparse a los movimientos; luego de eso, jugar con luz, niebla o lluvia, eran retos menores.
Recuerdo que una vez, en que tomé clases de tango, me pusieron por ejercicio bailar con la pareja una pieza a ojos cerrados; ya me sentía la protagonista de la película “Perfume de Mujer”, y sí, aprendes a seguir el ritmo, a sentir y anticiparte. Otro reto fue llevar el baile en tipo espejo, es decir, sin tocar a tu compañero; tal vez lo equivalente a correr y hacer jugadas y estrategias sin balón, donde lo más importante sea el entendimiento y la armonía a la que puedas llegar con tus compañeros.
El llamado genio imperfecto, heredero del tango, llevó su vida como este baile: pasión, fuerza de carácter, drama, llanto, éxtasis, elegancia y perfección. Simplemente un ídolo al lado de sus otros coterráneos que tanto nos han dado a la humanidad: Eva Perón, Jorge Luis Borges, Ernesto Che Guevara y Julio Cortázar.
Manu Chao canta: “Si yo fuera Maradona, viviría como él… La vida es una tómbola” y en esta tómbola hoy toca ponernos de pie para decirle AD10S al mito irremplazable, un hombre de la talla de Aquiles. Descanse en Paz.
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