EL ORÁCULO DE APOLO

 

La Torre de Babel. Reflexiones sobre una leyenda

Por Enrique Pallares

 

Es frecuente que la gente se pregunte sobre el origen de las distintas lenguas que existen en el mundo. Pues esta diversidad se convierte en una barrera de comunicación y un obstáculo para llevar a cabo una gran cantidad de acciones tales como leer a un autor ruso, o viajar a otro país y desenvolverse con facilidad en él, poderse comunicar con algún conocido (o con alguien por conocer) extranjero, a través de internet, o irse a estudiar en alguna universidad prestigiosa de otro lugar, etc. En pocas palabras, la diferencia de idioma se presenta como una verdadera contrariedad para llevar a cabo algunos propósitos en la vida práctica de muchas personas.

Podríamos reflexionar sobre una antigua leyenda que nos explica de golpe cómo aparecieron los diferentes idiomas, nos referimos a la leyenda de la Torre de Babel. Según la Biblia, esta torre fue construida por los descendientes de Noé en las llanuras de Senaar (Babilonia).

Según el comentario bíblico, los babilonios querían construir una poderosa ciudad con una torre cuya punta llegara al cielo, pero como este ambicioso proyecto no era del agrado de Yahveh, decidió impedir su construcción. Para tal fin, hizo que los obreros que trabajaban en la elaboración de la torre hablaran lenguas distintas, y la confusión que se creó hizo imposible la terminación de las obras. En hebreo Babel y balal se parecen, y la última significa confundir. Por lo que la Biblia haciendo un juego de palabras dice en Génesis 11: 1-9 “Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Yahveh el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra”. Es decir, lugar donde hay confusión y desorden.

Por otro lado, el historiador judeo-romano Flavio Josefo (37 al 100) en su obra “Antigüedades Judías”, publicado cerca del año 93, narra la historia de otro modo. Describe a Nimrod, un rey tirano que trató de apartar el Estado de la religión, y que él fue quien había construido la torre. En este relato, Yahveh hace confundir a la gente en lugar de destruirlos, porque la aniquilación por medio de la inundación no les había enseñado a ser piadosos. En realidad, la literatura rabínica ofrece muchos relatos diferentes sobre las causas para la edificación de la Torre de Babel, y de las intenciones de sus constructores.

Pero de acuerdo a los historiadores modernos, la realidad es otra. Cerca de Bagdad, la capital de Irak, se encuentran las ruinas de Babilonia, que en acadio, la lengua de esa época, se llamaba Babilani, que significa “puerta de los dioses”. En el recinto dedicado al dios más importante de la ciudad, Marduk, se eleva Etemenanki, que es el nombre de un zigurat de 90 metros (algunos historiadores dicen que en realidad no habría superado los 60 metros) y que venía a ser el templo de la creación del cielo y de la tierra.

El Etemenanki, construido probablemente por Hammurabi 1700 años antes de la era cristiana, originalmente fue un edificio de siete pisos escalonados y bautizado popularmente como “Torre de Babel”. Según la leyenda fue hecho inmediatamente después de la creación del mundo.

Estas son algunas de las leyendas en la región de Mesopotamia sobre el origen de las diferencias entre las lenguas humanas. En efecto, podemos contrastar fácilmente que las diversidades entre las distintas lenguas son muy grandes y dificultan la colaboración entre personas. Pero es poco creíble, con todo respeto a quienes toman la Biblia al pie de la letra, que esta variación se originara de golpe. Es más razonable y racional pensar que el problema al que alude la Biblia, si realmente existió, surgió porque había trabajadores extranjeros, probablemente esclavizados, de distintas regiones que no se entendían y surgían disputas entre ellos.

Se puede observar que historias parecidas se repiten, como en el legendario relato sumerio llamado Enmerkar y el Señor de Aratta. O el caso de la isla de Hao en la Polinesia, que cuentan una historia similar a la de la Torre de Babel: «Un dios que enfurecido persiguió a los constructores de la ciudad, destruyó un edificio y cambió el lenguaje del pueblo, por lo que todos hablaban diferentes lenguas».

En Mesoamérica existe un relato acerca de un hombre llamado Coxcox y una mujer llamada Xochiquetzal, que después de naufragar, llegaron a tierra firme y engendraron muchos hijos. Sin embargo, esos hijos no podían hablar hasta que un día llegó una paloma que les otorgó el don del habla, pero en diferentes idiomas y de igual forma no se podían entender.

Así las leyendas, sin embargo, es más probable que las diferencias entre las lenguas debieron originarse mucho tiempo antes y deben de haberse dado en un intervalo de tiempo bastante largo.

No hace falta ir demasiado lejos en el tiempo para darnos cuenta que en intervalos relativamente breves, una lengua se puede convertir en otra. Por ejemplo, el latín se hablaba en Europa hace tan sólo 1500 años, pero si lo habláramos hoy aquí en América, no nos entenderíamos con los europeos. En Italia, Francia, España y en otros países, el latín evolucionó en otras lenguas que a su vez son recíprocamente incomprensibles: el español, el francés, el italiano, el rumano. Mil quinientos años bastaron para dejar de entenderse.

En otros casos, mil años fue el tiempo mínimo para que una lengua cambiara lo suficiente para hacerse incomprensible. Así pues, la verdad es que diferentes idiomas ya se hablaban antes de construir la famosa Torre de Babel.

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