SE TIENE QUE DECIR

Un presidente tozudo, absurdo y falto de empatía
Por CACHO

Propagandista por excelencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador regresó el pasado lunes a sus conferencias matutinas en Palacio Nacional, y fiel a su estilo de “burro sin mecate”, dijo, al responder a pregunta expresa sobre el uso de cubrebocas, que “no, ahora ya además de acuerdo a lo que plantean los médicos, ya no contagio”.
El cuestionamiento prosiguió: “Pero en este mismo espacio el doctor Gatell (Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud) ha reiterado que inclusive las personas vacunadas tendrían que usar el cubrebocas. ¿Aun así?
Y como López piensa que sólo su opinión es válida, dinamita la (muy pobre, paupérrima) labor de sus propios funcionarios, pues respondió de la manera más insultante a la mínima inteligencia, a los enfermos de Covid-19, a los deudos de los 171 mil 234 difuntos (hasta ayer) por este virus y en general a millones de mexicanos que se cuidan para no contagiarse.
Con una absoluta desfachatez dijo con relación a la anterior pregunta que “no y respeto mucho al doctor Gatell y es un muy buen médico y ha ayudado mucho para conducir este proceso”.
Su pobre argumento es: “En México no hay autoritarismo, todo es voluntario y cada quien debe de asumir su responsabilidad”.
Pues sí, él como dirigente máximo de este país, debe poner el ejemplo, pero con su tonto capricho de no usar el cubrebocas porque “a él nadie le puede poner un bozal”, incita a miles de sus seguidores, aquellos de la ciega lealtad (y falta de pensamiento libre y crítico) a no utilizar el aditamento que se recomienda en todo el mundo (lo enfatizo), para disminuir la posibilidad de contagio.
Con respecto a lo de no permitir que le pongan bozal, ya está por demás visto que para externar tonterías y mentiras, pocos lo igualan y no asume su responsabilidad, siempre culpa a otros, ahí como ejemplo quedan los periodistas críticos que López llama sus adversarios, medios de comunicación a los que califica como pasquín inmundo, etc.
Esa responsabilidad no la asume, simple y llanamente porque en poco más de dos años que lleva al frente del Poder Ejecutivo nacional ha demostrado que es un gobernante irresponsable que ha sacrificado la salud de mujeres y niños con cáncer, de millones de personas que estaban afiliadas al Seguro Popular que desapareció para crear el Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar) que ni siquiera tiene una estructura adecuada y decente para trabajar.
No se diga de las continuas mentiras con respecto a la economía y su recuperación, a la compra de vacunas contra el Covid-19, al “ya domamos a la pandemia” y muchas más, algunas difíciles de comprobar pues son “secreto de estado” y están en reserva de información por al menos cinco años, un tiempo prudente para que se olvide y si es motivo de persecución penal, puede ser que al término de la reserva los probables delitos hayan prescrito.
Está por demás pensar que a una persona que se maneja como lo hace López, se le pueda tener confianza, muchos sí le tienen esa lealtad ciega que tanto demanda a sus seguidores, pero somos muchos más los que con un mínimo de inteligencia, nos damos cuenta del pésimo manejo del país, que nos conduce a un porvenir incierto.
Además, la hipocresía de la austeridad republicana se ve desmentida con las ínfulas de reyecillo que tiene el mandatario, no admite réplica, sólo su palabra es válida, ordena y exige cumplimiento sin réplica y cuando la hay destroza a quienes le han servido.
Como ejemplo, ahí está el caso del ex titular del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, Jaime Cárdenas Gracia, quien renunció porque no pudo soportar el nivel de corrupción imperante en la dependencia creada por AMLO como medio de propaganda, pues sus resultados son mínimos.
Me refiero al caso de Cárdenas Gracia porque incluso presentó denuncias penales por la corrupción (que el boquiflojo de Palacio dice que la extinguió en su gobierno) imperante en la dependencia que estaba bajo su cargo y López arremetió contra él con una condena lapidaria:
“La administración pública, y más en tiempos de transformación, exige mucha entrega y fatigas. Hay gente muy buena, honesta y con convicciones, pero no se les da lo del trabajo como servidor público”, así lo dijo, pero aún agregó: “Esto es un apostolado y hay que resistir y trabajar mucho y tener aplomo, porque el que aflige afloja. Sale uno adelante cuando hay un ideal”.
Algunos han de haberse “aflojado” con las denuncias que Cárdenas Gracia presentó, por eso lo “borraron del corrupto mapa” burocrático de la lejanísima (en sustento y sostenibilidad) cuarta transformación.
Luego, la cereza del pastel de la austeridad republicana se dio a conocer recientemente en un medio de la Ciudad de México, en el cual el reportero Julio Hernández pone de manifiesto que para que López tenga su palacio, nos cuesta a los mexicanos seis millones de pesos mensuales.
Eso es el monto de lo que le quisieron decir al periodista pues esa información la recibió a través de un oficio de respuesta, firmado por Juan Carlos Guerrero Torres, director de Análisis Jurídico de Gestión Documental de la administración de López.
Falta lo que no quisieron decir que gastan, mínimo lo de las galletitas para el café.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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