LO QUE NO SOMOS TODOS LOS DÍAS

Por favor: Mejor no hagan encuestas!

Por Mario Alfredo González Rojas

 

La guerra fuerte de las encuestas apenas empieza en el estado de Chihuahua, puede decirse, ya que las campañas políticas van iniciando. Pero al paso de los días comenzarán las publicaciones, aunque en esencia no son muy creíbles, ya que se ha desatado en los últimos años una bola de encuestadoras, que la verdad lo mejor es verlas de lejecitos.

Cada quien de los candidatos y sus partidos encargan sus encuestas y así, no es muy creíble lo que nos informan. Según cuentan, fue en 1936 cuando en Estados Unidos se hizo la primera encuesta en la elección presidencial en que compitieron Franklin. D. Roosevelt y Alf Landon; el primero, por el Partido Demócrata y el segundo, por el Republicano.

De una encuesta hecha a 2 millones 300 mil norteamericanos, la empresa Literary Digest, daba como ganador una semana antes de las elecciones al señor Landon. Sin embargo, la encuestadora de George Gallup, ponía en primer lugar al demócrata. Finalmente, Roosevelt fue el presidente. Gobernó por cuatro mandatos, rompiendo con la tradición constitucional de hacerlo nada más dos veces, establecida por George Washington.

Recuerdo que en las elecciones del 2000, en México, las encuestas en lo general favorecieron a Francisco Labastida, y se dio el caso, que de 46 de ellas, en 38 se vaticinaba el triunfo del sinaloense, ocasionando el enojo y los aspavientos de Fox, el que se sentía muy seguro, al ser apoyado por el grupo llamado “Los amigos de Fox”.

El sábado anterior al día de elecciones, “presente, lo tengo yo”, estaba este menda con un amigo, con Erasto Olmos, articulista y escritor, en El Heraldo de Chihuahua, en no sé qué asunto, cuando llegó el presidente del Partido Acción Nacional en el estado y se acercó a saludar a Olmos. Luego, me fue presentado el señor Luján Peña, el presidente, y agarramos la plática, de qué? Pues de los comicios del día siguiente y casi al unísono le preguntamos al panista, que cómo veía los posibles resultados. Muy tajante, como resignado a la vez, nos dijo, que no, que no ganaba su candidato.

Y no hablamos de encuestas. Yo pensaba también que Labastida ganaría, porque demostró más conocimiento en la campaña, más tablas, a pesar de las bravatas y los insultos, que suelen gustar a muchos, del ranchero de Guanajuato. Incluso este menda, hizo una compilación de los dichos y ocurrencias de Fox, que enseñé a varios amigos y les pareció graciosa la pequeña obra, misma que después tiré.

Se requiere ser muy inocente para creer “a pie juntillas”, los datos de cualquier encuesta de carácter político. Hay que enterarnos: ¿qué sectores se encuestaron, cuántas y cuáles preguntas fueron, quién encargó la encuesta?, etc. Y luego sucede que los fanáticos de las encuestas ponen el grito en el cielo, si su candidato no ganó, a pesar de haber ido arriba en las mismas.

El contagio de las encuestas llegó a México muchos años después, y a partir de entonces no faltan, aunque la mayoría de las veces sólo sirven para calentar el ambiente pre electoral. En 1988, parece que sí se hicieron con mucha seriedad las encuestas, por una empresa supuestamente independiente, para las elecciones presidenciales, en que participaron Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Salinas de Gortari, además de Manuel Clouthier.

Recordamos muchos, que en una primera encuesta para ver la intención del voto en la Ciudad de México, el descendiente del héroe de la Expropiación Petrolera, don Cuauhtémoc, sacó un número muy alto de preferencias por sobre Carlos Salinas. Sin embargo, en una segunda, hecha a nivel nacional, Salinas aparecía arriba, aunque no por muy amplio margen. En esa coyuntura, comenzaron los “hagan su apuesta señores”.

Todo este antecedente sirvió para que a la hora del conteo de votos, en base a las actas de escrutinio, surgieran malos entendidos que quedaron para la historia. Saben, quiénes han estado en una casilla, sea como funcionarios o como representantes de partido, que al final del conteo, se levantan las actas correspondientes en las que se asienta cuántos votos obtuvieron los candidatos. Después, cada uno de los representantes mencionados, sale con su acta bajo el brazo para entregarla a la coordinadora de campaña del candidato. Así, finalmente se hace una suma total de votos y se sabe quién fue el ganador.

En 1988, hubo una pausa muy notoria durante el conteo, conocida como la “caída del sistema”, que hasta la fecha sirve de referencia sobre fraudes famosos en México. Pero los números son fríos y son los mejores jueces de unos comicios. Salinas, del PRI, obtuvo 9 687 926 votos, en tanto Cárdenas, del PARM y el Frente Democrático Nacional, 5 929 585, y Clouthier, del PAN, 3 208 584. Hasta ahí los números. No hubo reclamos por chanchullos, alquimia, etc., el enojo de los cardenistas fue por eso de la caída del sistema. Punto.

En el 2006, las encuestas, una semana daban como ganador a López Obrador, otra semana, a Calderón. En síntesis, fue muy cerrada la pelea de encuestas entre el perredista y el panista. Y también fue muy apretado el resultado del conteo de votos entre ambos contendientes. Quedó para la posteridad la votación siguiente: Calderón: 15 000 284; López: 14 756 050. Por una diferencia de 243 934 votos, se definió la carrera presidencial. Por un 0.59%.

Cuando se trata de una encuesta seria, los resultados nos dan un aproximado de cómo podría ser la votación. El problema, es que no sabemos cuándo es una encuesta seria. Como reza la frase: “la mula no era arisca…”.

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