CHAIROMAQUIA

¿A FAVOR O EN CONTRA DE LAS NALGADAS A LOS HIJOS?

Por TOÑO PIÑÓN

En días pasados me topé una publicación en Facebook del muro de una amiga, donde por medio de una imagen o meme abría el siguiente debate: “¿Estás a favor o en contra de dar nalgadas a los hijos?”. El tema me llamó la atención y más aún el resultado de la encuesta/debate: más del 80% opinó de la misma manera, por lo que, a reserva de hacer una encuesta más profesional al respecto, me hizo pensar que la sociedad, al menos la chihuahuense, tiene muy clara la respuesta a esa disyuntiva.

 

Podríamos decir que la disciplina efectiva se da cuando padre, madre o tutor logra modificar el comportamiento de un menor hacia lo deseable; el objetivo de toda corrección disciplinaria debiera ser crear el orden y formar carácter. Existen múltiples ejemplos de medidas disciplinarias, verbigracia, uso de fuerza física (nalgadas, “manazos” en cualquier parte del cuerpo e incluso “cachetadas”); castigos en forma de encierro o exclusión; castigos en forma de privación de algún gusto o placer (sea de juego, sea de comida, entre otros); el famoso regaño y varios ejemplos más. La forma de reprimenda generalmente aflora en la misma circunstancia de acuerdo a la personalidad del adulto y a los aprendizajes con que fue formado.

 

Hasta antes del año 2000 en los Estados Unidos de América el 87% de los padres daban nalgadas a sus hijos y actualmente, poco más del 40% reconocieron hacerlo; ¡la disminución es notable! En América Latina las cifras siguen siendo altas, pues la idiosincrasia familiar del latino, tanto en lo positivo como en lo negativo, tiene fuertes raíces tradicionales; en la Ciudad de México, el año anterior se realizó una encuesta al respecto y casi el 75%, 7.5 de cada 10 padres, consideraron que dar nalgadas a los hijos es la herramienta más eficaz para lograr disciplina en la crianza. Tomando en cuenta que la sociedad chihuahuense es más conservadora que la de CDMX, no resulta difícil imaginar cual fue la respuesta ganadora en la publicación de Facebook citada en el inicio de este escrito. Pero, ¿qué dicen los expertos?

 

Afortunadamente los temas de desarrollo infantil han sido muy estudiados, trabajados y legislados, por lo que podemos encontrar mucha información al respecto. Citando un estudio realizado en la Universidad de Michigan, en los Estados Unidos de América, este reveló que “el método de la nalgada no solo no funciona, sino que acarrea consecuencias negativas en los menores”. Los investigadores aseguran que los menores que reciben reprimendas físicas presentan depresión infantil y son más propensos a contraer alguno o varios vicios en la edad adulta. Según estudio publicado por el NY Times, la Academia Estadounidense de Pediatría, asociación que agrupa a 67,000 médicos especialistas, afirmó que “las nalgadas no solo son ineficaces, sino que devienen dañinas para los menores; también se deben evitar castigos no físicos que sean humillantes, amenazantes o que infundan miedo”. En suma, las nalgadas no son útiles para mostrar al niño que es correcto y que es incorrecto pero si pueden ocasionar miedo y desconfianza del menor para con sus padres. Y, ¿realmente se dimensiona en la sociedad el peligro de una “inocente nalgada”?

 

Definitivamente no. Este tipo de estudios que nos muestran no solo la inutilidad de la medida sino el daño que pudiéramos ocasionar a nuestros hijos son desdeñados por un amplio sector social, pues se considera que “una simple nalgada no es para tanto” y aquellos padres que definitivamente nunca cometerían conscientemente abuso infantil sobre sus seres mas amados, no se sienten aludidos o representados en estos estudios donde se evidencia que efectivamente las simples nalgadas pueden tener efectos parecidos a algún tipo de abuso, quizá no por su gravedad o intensidad, sino por el mensaje que se deja con dicha conducta; y esto tiene sentido, pues un cerebro infantil en formación puede acoger este mensaje de que los conflictos pueden resolverse o las lecciones pueden darse, aplicando refuerzos o técnicas que impliquen el uso de la fuerza física. No sería descabellado entonces que un hombre joven recién formando su propia familia, en severas discusiones con su pareja, pueda contemplar la posibilidad de usar algún tipo de golpe para conseguir modificar la actitud de ella; en suma, el padre o la madre minimiza el efecto de una nalgada porque un leve golpe no hace daño físicamente en la nalga de su hijo, pero no repara en que muy probablemente el cerebro del menor registre esta técnica como válida para resolución de conflictos y de enseñanza-aprendizaje; en este sentido, si quisiéramos preguntar si se está a favor de las nalgadas a los hijos, de la misma manera podríamos preguntar si nos parece correcto que nuestra pareja también aplique algunos golpes para dejarnos claro algún punto como enseñanza, “por nuestro propio bien”. No olvidemos que los niños son personas funcionales, pequeñas personas, pero igualmente funcionales, a los cuales solo les falta experiencia y conocimiento del mundo; si solo se nos ocurren medidas basadas en la fuerza física para mostrarles ese mundo, entonces somos los adultos los que tenemos un problema. ¿Y cuáles son los principales argumentos con los cuales se niegan las personas a reconocer que las nalgadas son nocivas como herramienta de educación en casa?

 

A ver cuales de estos has leído o escuchado: “Que exagerados! A mi de niño me daban nalgadas y no salí mal”; “Por eso las nuevas generaciones están tan mal, porque no se les disciplina”; “Esta es la generación de cristal, ya todo les afecta”; “A mi mis padres me aplicaban la chancla y desarrollé un trauma llamado educación”; “Unos pocos golpes a tiempo y evitarás tener a un delincuente”; y varias expresiones más. Al respecto, la psicóloga Aldonza María, terapeuta infantil radicada en Cádiz, España y que ha trabajado estos temas, en semanas anteriores compartió una reflexión en Facebook referente a estas frases tan recurrentes, misma que reproduzco a continuación:

 

 

  • A mí mis papás me pegaban de niño y yo no estoy traumatizado”, afirmó el hombre que su ex-pareja le denunció por violencia física. 
  • A mí de niño me dejaban llorando solo hasta que me durmiera y tan mal no salí”, señaló el hombre que pasa largas horas trasnochando en redes sociales afectando su sueño. 
  • A mí me castigaban de niño y estoy bien”, dijo el hombre que cada que comete un error, se dice a sí mismo palabras de desprecio, como forma de auto-castigo. 
  • A mí de niña me pusieron mano dura y sufro de un trauma llamado ‘educación’”, afirmó la mujer que sigue sin entender por qué todas sus parejas terminan siendo agresivas. 
  • Cuando yo me ponía de caprichosa cuando niña, mi padre me encerraba en una habitación sola para que aprendiera y hoy se lo agradezco”, dijo la mujer que ha sufrido ataques de ansiedad y no se explica por qué teme tanto a estar encerrada en espacios pequeños. 
  • A mi mis padres me decían que me iban a dejar sola o a regalar con un desconocido cuando hacía mis berrinches y no tengo traumas”, dijo la mujer que ha rogado por amor y ha perdonado reiteradas infidelidades a su pareja con tal de no sentirse abandonada. 
  • A mí mis padres me controlaban solo con la mirada y mira lo bien que salí”, señaló la mujer que no puede mantener contacto visual con figuras de ‘autoridad’ sin sentirse intimidada. 
  • Cuando niño, me dieron hasta con el cable de la plancha y hoy soy un hombre de bien, hasta profesional soy”, afirmó el hombre que sus vecinos han acusado con la policía por llegar ebrio a golpear objetos y gritar a su esposa. 
  • A mi mis padres me obligaron a estudiar una carrera que diera dinero, y mira lo bien que estoy”, dijo el hombre que cada día sueña con que sea viernes porque está desesperado en su trabajo haciendo todos los días algo que no es lo que siempre quiso. 
  • Cuando era pequeña me obligaban a estar sentada hasta terminar toda la comida y hasta me la embutían a la fuerza, no como ahora esos padres permisivos” afirmó la mujer que no entiende por qué no ha podido tener una relación sana con la comida y en su adolescencia llegó a desarrollar un trastorno alimenticio. 
  • Mi madre me enseñó a respetar a punta de sus buenos chancletazos”, dijo la mujer que se fuma 6 cigarrillos diarios para controlar su ansiedad. 
  • Yo a mi mamá y a mi papá le agradezco cada golpe y cada castigo, porque si no quien sabe qué sería de mí”, afirmó el hombre que nunca ha podido tener una relación de pareja sana, y a quien su hijo le miente constantemente porque le tiene miedo. 

Y así vamos por la vida, escuchando personas afirmando ser gente de bien y sin traumas, pero paradójicamente, en una sociedad llena de violencia y gente herida.

 

Junto a la larga lista de equivocados argumentos que se expresan a diario, también me ha tocado ver algunas justificaciones que terminan por carecer de sustento alguno, verbigracia, algunas citas bíblicas donde se asegura que es casi casi orden divina disciplinar a los hijos de forma física. Proverbios 13:24 dice: “aquel que evita la vara, odia a su hijo, pero aquel que ama a su hijo se ocupa de disciplinarlo”, lo cual se cita con frecuencia para defender el castigo corporal, pero de acuerdo con algunos teólogos conocedores, quizá la interpretación sea inexacta, pues en los tiempos de los pastores que usaban una vara para guiar a las ovejas, esta metáfora resultaba adecuada para orientar a los hijos. Tan no debemos caer en interpretaciones literales sobre muchas parábolas bíblicas, que en otro pasaje se menciona como castigo para los hijos irrespetuosos, hacer que los pájaros picoteen y se coman sus ojos y supongo que nadie estaría de acuerdo con ello. Por otro lado, en cuanto a la criminalidad, el clásico argumento de “una nalgada a tiempo es mejor que un hijo en la cárcel” o afirmaciones por el estilo, no encuentran sustento alguno, pues no se ha demostrado un mínimo nexo causal entre evitar dar nalgadas o castigos severos y la incidencia delictiva de un individuo; por el contrario, lo que si se ha demostrado es que los ambientes hostiles y violentos pueden ser formadores de delincuencia y tal vez unas cuantas nalgadas aparentemente inofensivas puedan ser el inicio de algo. La falta de valores, la inestabilidad familiar, la falta de amor y atención de los padres son ejemplos de situaciones que pueden formar a un sociópata y todo esto se puede satisfacer perfectamente sin utilizar nalgadas. Si a los padres no se nos ocurre alguna otra técnica de formación que no sea la del castigo corporal, entonces somos los adultos los que tendríamos que ponernos a aprender algunas lecciones y no los niños.

 

Dejemos de romantizar el pasado al grado de pensar que solo las cosas que vivimos los adultos en nuestra época fueron las correctas y las mejores. A mis hijos no les sirve que venga a educarlos como me educaron a mí, porque ellos no son yo ni yo soy mi papá ni el mundo es como me tocó vivirlo de joven. En ocasiones nos afanamos en más de un sentido en tratar a los hijos como una extensión de nuestra vida o como un personaje más de la película de esa nuestra propia vida, cuando ellos tienen su propia existencia y están produciendo su propia película, su propia historia. Si tú crees que las herramientas de formación que utilizaron tus padres en ti fueron las mejores tal vez estés en un error, pues antes se ignoraban muchas cosas y se tenían vicios muy arraigados en el comportamiento, en un contexto de padecimientos sociales como el machismo, la ignorancia, la ausencia de tecnología y el pobre desarrollo de la ciencia. El aferrarnos, a veces inconscientemente, a formar a nuestros pequeños de la forma en que aprendimos de nuestros padres y de la que ellos aprendieron de los abuelos, es negarnos a la maravillosa oportunidad de aprovechar todos los avances científicos, tecnológicos y sociales con que contamos ahora, pues hoy no hay pretexto, ¡nos sobran información y herramientas! Al hijo propio debemos formarlo según lo que él es, lo que él quiere y busca, de acuerdo al mundo en el que vive y preparándolo para el mundo que vendrá; nosotros ya fuimos, dejemos que ellos sean ahora.

El resultado de esa mini encuesta que mi amiga aplicó en su muro de Facebook fue contundente: el 85% de los participantes estuvieron de acuerdo con darles nalgadas a sus hijos incluyendo el voto de la que hizo la publicación. No me queda ninguna duda que tanto ella como los demás participantes son excelentes personas que jamás harían algo que dañe a sus criaturas y que son adultos enemigos del abuso infantil, pero hay cosas que desconocemos y no nos cuesta mucho trabajo abrir el criterio y estudiar un poco de los temas que nos son trascendentes. Chihuahua ha mostrado sistemáticamente resistencia a los cambios sociales y hasta políticos pero la evolución siempre termina por alcanzarnos. El mejor y más importante proyecto que podamos tener son nuestros hijos y por ellos bien vale la pena buscar información y romper paradigmas.

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