SE TIENE QUE DECIR

 

Miente, traiciona y probablemente también roba

Por Cacho

 

El presidente Andrés Manuel López Obrador está haciendo justamente lo que se ufana en pregonar como su modus vivendi: su máxima “No mentir, no robar, no traicionar al pueblo» ha quedado en pura palabrería barata, de segunda.

Para muestra hay muchos botones, por ejemplo en el rubro de no mentir: tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca en diciembre de este año (2020), dijo en febrero del año pasado; ya se perdió la cuenta del número de veces que mintió al afirmar que se había aplanado la curva de muertes por Covid19 y que se había domado a la pandemia.

“Ya no habrá desabasto de medicamentos”, también ha mentido al respecto en un sinnúmero de ocasiones, la inflación es transitoria y muchas, muchas mentiras más.

El piensa que con decir lo que a él le parece, se vuelve realidad.

Un caso para la ciencia médica, sin duda.

No traicionar, habrá que preguntar a los niños enfermos de cáncer y a sus familiares si no es que se sienten traicionados por el hoy gobernante, pues con el vilipendiado Peña Nieto, sus tratamientos estaban garantizados y ahora se tiene un rosario de muertes que muy posiblemente se hubieran evitado, de contar con los medicamentos requeridos.

Y aún hay miles de menores en riesgo de fallecer pues sigue el gobierno sin cumplirles como lo hacían las administraciones “neoliberales” tan satanizadas por López.

Tampoco parece traición al pueblo el permitir que el crimen organizado controle, de acuerdo con los expertos norteamericanos, al menos un 40 por ciento del territorio nacional.

Los habitantes de esas zonas han de estar agradecidísimos con López por su política de “abrazos, no balazos”, y que los delincuentes hagan lo que les plazca, pues saben que no habrá consecuencias para ellos.

Y lo más álgido, el tipo que dice andar con sólo 200 pesos en la cartera, emite un decreto para cubrir por completo las carretadas de dinero que se están derrochando y que van a parar a los bolsillos de amigos y familiares del mandatario.

De eso hay pruebas, la más reciente, fue una investigación realizada por la reportera Isabella González, de Latinus, y presentada por Carlos Loret de Mola, en la cual se puso en evidencia la corrupción rampante en las obras del aeropuerto de Santa Lucía.

En la investigación fueron revisados 966 contratos y Loret, al presentar el reportaje twiteó: «Un festín de corrupción. Revisamos 966 contratos que dio el Ejército en Santa Lucía: empresas fantasma, compañías sancionadas, negocios de juegos y pequeñas tlapalerías ya son contratistas multimillonarias».

Destacó el caso de un negocio de renta de equipos inflables aparece como proveedor de tractocamiones y además, su domicilio no existe.

También hallaron que una compañía recibió ocho contratos del Ejército para la construcción en Santa Lucía apenas dos semanas después de ser investigada por desviar 29 millones de pesos en caminos que nunca construyó.

Pues bien, destapada esta cloaca, López emitió un decreto mediante el cual toda obra que lleve a cabo la administración federal será considerada de “interés y seguridad nacional”, por lo tanto, será poco menos que imposible que el pueblo al cual López no miente, ni traiciona, ni roba, se entere de corruptelas como las mencionadas en el reportaje de Isabella.

¿Por qué un proyecto turístico como el Tren Maya, o un aeropuerto comercial como el Felipe Ángeles podrían ser considerados de seguridad nacional?

Si se construye un camino empedrado por pobladores de comunidades como el que presumió tanto López en Oaxaca ¿entra en el rubro de la seguridad nacional?

Si se atrevió AMLO a esconder tras un decreto todas las obras de su gobierno, no es descabellado pensar que está robando y lo hace a manos llenas.

De otra manera, no hay por qué esconder tras la “seguridad nacional” el cómo se gasta el dinero de todos los mexicanos, el del pueblo bueno y sabio y por supuesto el que aportamos todos los contribuyentes que pagamos impuestos.

El robo del erario escondido a plena vista.

Eso es de pillos de cuello blanco.

Pues, se tenía que decir… y se dijo.

 

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