CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD

“El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva, es que el fin justifica los medios” (Georges Bernanos)
Por FerMan

La corrupción cultural consiste en debilitar las columnas de los valores y principios que de generación en generación sostienen a una sociedad, esta corrupción, podríamos decir la menos perceptible, se está realizando a través del fenómeno de la globalización, por medio del cual se corrompe lo más importante de una nación, esto es, la familia, la fe y el sentimiento de nacionalidad o patriotismo. Lo anterior lo están llevando a cabo a través de consignas internacionales auspiciadas por distintas unidades políticas con asentamiento territorial y también a través de unidades políticas sin asiento territorial. Las primeras son todos los países del mundo, que están integrados también, por los municipios, los estados o entidades federativas.
En cuanto a las unidades políticas sin asiento territorial estamos hablando de Fundaciones, Patronatos y Organizaciones estatales, nacionales o internacionales. La anterior distinción es importante tenerla en cuenta porque es precisamente, por conducto de estas Unidades Políticas como se puede imponer una ideología a una Nación, esto es, una unidad política con asentamiento territorial puede, a través de su poder político, económico o cultural, someter a otro país para que acepte sus términos y se cumplan sus objetivos.
Pero también, y creo que de manera más peligrosa, una unidad política sin asiento territorial, puede hacer que toda la sociedad de una nación acepte su ideología, su doctrina o sus teorías, que generalmente, por desgracia, son muy perniciosas. Es así como, la corrupción cultural, generada por la agenda globalista, utiliza para lograr sus objetivos las ideologías del feminismo radical, de los colectivos LGBTTTIQ+, del ambientalismo y sobre todo del aborto, entre otras.
En otras publicaciones ya hemos tratado lo peligroso que son estas ideologías, en este caso, nos referiremos de manera muy general a la agenda globalista de la despenalización o legalización del aborto, lo cual lo están realizando a través de colectivos de feministas radicales que presionan constantemente a las autoridades de un Estado para lograr su cometido.
Generalmente dichos colectivos son financiados por unidades políticas sin asentamiento territorial, como lo son la Fundación Open Society de George Soros, la Fundación Planned Parenhood, entre otras. Es importante aclarar que no es lo mismo legalizar que despenalizar el aborto.
En principio legalizar significa que el Estado se deberá hacer cargo de practicar los abortos, esto es de forma “segura” y “gratuita”, lo cual por supuesto ningún aborto es seguro ni gratuito y despenalizar significa que el aborto dejaría de ser delito y en consecuencia el Estado no podrá penalizarlos en caso de que los abortos se practiquen en clínicas particulares.
Por supuesto que tanto la legalización como la despenalización del aborto atentan en contra del derecho humano a la vida, debido a que según la axiología de los derechos humanos, el aborto representa un desprecio por la vida humana, lo que corresponde a un antivalor, a un valor negativo o malo.
Es por ello que el aborto, desde su génesis, por sí mismo, es un asesinato, pues se priva de la vida a un ser humano, pero por desgracia y por las presiones de diversos colectivos, el Estado legaliza o despenaliza dicho asesinato, lo cual por supuesto de sumamente lamentable en una sociedad que se jacta de ser civilizada, como lo es la de este siglo XXI. Existen muchos argumentos sólidos para no permitir la legalización ni la despenalización del aborto, entre ellos, uno de los argumentos que debe tomarse en cuenta, es la contravención al principal y más importante principio general de los derechos humanos, el cual consiste en que se debe brindar mayor protección al ser más vulnerable, y en este caso, en el aborto, el ser humano más débil y vulnerable, sin lugar a dudas, es el niño o niña que está por nacer.
No debemos, por todo lo antes señalado, convertirnos en cómplices del asesinato de niños por nacer, lo cual es un terrible delito, no permitamos que nuestros impuestos se destinen para legalizar o despenalizar esos asesinatos. Exijamos a nuestras autoridades, de manera respetuosa pero enérgicamente, que de ninguna manera legalicen ni despenalicen el aborto.
“Fiat Justitiae, Pereat Mundus”.

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