Esqueletos en el Closet

Pero sigue siendo el Rey

Por Jorge Villalobos

¡Ah, el buen Elvis! Simpático, bonachón, carismático y galán; todo un tipo él. El pasado 8 de enero del 2022 se cumplieron 87 años del nacimiento de Elvis Aaron Presley. No faltará quien considere que a principios de este 2022, 45 años después su muerte, es un ídolo arcaico y ya no hay nada que decir sobre él, sin embargo aún conserva el récord como el solista con mayor número de ventas en la historia de la música popular y se siguen lanzando al mercado recopilaciones de sus éxitos y material de archivo fonográfico. Al comparar sus 25’539,014 oyentes mensuales versus los 25’337,477 de los Beatles en Spotify (al día de ayer, 15 ene. 2022) se obtiene una estadística simple que atestigua su vigencia en la vitrina. Dicho de manera más sencilla: Elvis sigue siendo ‘El Rey’.

La sapiencia popular dice que “a rey muerto, príncipe coronado”, pero en el caso del Rey Elvis esto resulta completamente erróneo, pues nadie ha podido ocupar su lugar. Se concede que José José es —y sempre será— ‘El Príncipe de la canción’ y que Michael Jackson y Madonna son ‘El Príncipe’ y ‘La Princesa’ del pop, pero hay que guardar las proporciones. Evaluando la historia de la cultura musical popular podría pensarse que John Lennon pudiera haberse comparado con Elvis, pero, ¿a quién mencionó siempre Lennon como su primera y máxima influencia profesional?, ¿quién era la persona que los Beatles más ansiaban conocer cuando viajaron por primera vez a los Estados Unidos?

El 27 de agosto de 1965 los Beatles hicieron realidad su sueño de conocer a Elvis —por aquel entonces enclaustrado en su mansión en Bel Air, California—, en una entrevista resguardada por los guaruras de ambos bandos. Menos célebre pero más cotorra fue la ocasión, diez años después, en que Elvis recibió en el mismo lugar y en pijama la visita informal de John Paul Jones y Richard Cole —bajista y manager de giras, respectivamente, de Led Zeppelin—, a quienes obsequió anillos y relojes con piedras preciosas a cambio de sus relojes baratos con la figura de Mickey Mouse (año de 1975, según registró Stephen Davis en su biografía de Led Zeppelin, ‘Hammer of the Gods’, Ballantine Books, Nueva York, 1986).

Pero hay otras cosas que no se han dicho, o al menos no se han repetido con el rigor debido. Generalmente la información en los medios masivos considera como algo obvio el fenómeno de adoración a Elvis pero no se preocupa por justificarlo ni por explicarlo. Dicho fenómeno puede parecer obvio tratándose del público de mayor edad (y a veces ni así), pero parece que nadie le da importancia a la poca información que tienen los jóvenes sobre El Rey. Por lo general un chavo conoce a Elvis:

a). porque le gusta a su abuelita cuando ve una foto y le trae recuerdos gratos (lo mismo le ocurre a la señora al ver una foto antigüita de Vicente Fernández);

b). porque por casualidad escucha algún cover interpretado por Cheap Trick, los Pet Shop Boys, Scorpions, Mötley Crüe, los Beatles, Willie Nelson, el Piporro, Alberto Vázquez u otro, y al preguntar por el título de la canción, en vez de responderle “se llama ‘No seas cruel’” o “El rock de la cárcel”, le dicen: “Es una canción de Elvis”;

c). porque cada vez que ve un documental sobre rock, invariablemente aparece al principio una secuencia de aproximadamente diez segundos en la que un pelagatos vestido de negro menea frenéticamente las caderas;

d). por la identificación de una imagen que le resulta familiar de tanto verla, sin saber en realidad si el de la foto fue novio de alguna tía-abuela —ya octogenaria— de la familia o un camarada de su abuelo que en una borrachera se subió a echar un palomazo con el grupo de la cantina;

e). por inercia pura.

Y entonces, si Elvis es tan conocido, ¿a qué viene todo esto? Se trata de reconocer la importancia real de la presencia y la influencia de Elvis en el medio musical; por qué sigue siendo ‘El Rey’.

Resulta que la tendencia general es la de poner más atención a la imagen, y de tan gastada que está ya no se le pone atención a lo que quedó grabado en audio. La reacción de hastío del espectador casual ante la veneración a la imagen de Elvis cambiaría en el caso de que dejara de imaginarse al omnipresente tipo guapo para escuchar con atención la estructura de su música y su interpretación.

Probablemente los medios masivos no se ocupan de explicar esto por tener una respuesta tan sencilla: Elvis fue y es ‘El Rey’ por el simple hecho de que fue el primero que se atrevió al ridículo (así como se lee); porque hizo ‘algo’ donde aún no había ‘nada’; porque sin él los Beatles no habrían tenido razón de ser; porque ejemplifica y simboliza el inicio de un movimiento social que convulsionó al mundo entero: el rock and roll. Sin embargo, aún cuando esto sea tan sencillo, no por sabido se ha de callar.

Citemos las palabras de José Agustín en la reedición de su ensayo ‘La nueva música clásica’:

«Presley era una llamarada que no se consumía, en verdad alguien que merecía ser glorificado y satanizado: un joven y bello dios Pan del sur gringo. Su estilo, incomparable, disponía desde un principio de toda la gama de recursos y posibilidades… [su voz] era varonil, tersa, con volumen en las baladas o ctónica [bonita palabra, maestro José], primoridal, como perro que le ladra a la luna. Tenía un aire de gandalla, ladino y cínico que no se le quitó ni cuando se volvió un gordo-cerdo […] había asimilado a los negros sin darse cuenta y dominaba el rhythm and blues como nadie, pero el aire campirano, lo que envuelve la palabra hillbilly, le daba aires que no tenían los cantantes negros de las ciudades: profundidad natural, cierto salvajismo como de felino en el monte, la libertad del que tiene todo el espacio abierto» [José Agustín, ‘La nueva música clásica’, Editorial Universo, México, 1985].

Aquel día, el 8 de enero de 1935, Vernon Elvis Presley esperaba el alumbramiento de un par de gemelos del embarazo de su esposa Gladys Love Presley. Jesse Garon emergió del útero sin vida, y su gemelo Elvis Aaron nació 35 minutos después. Para siempre permanecerá la duda sobre lo que habría sido de Elvis en caso de que su gemelo hubiera sobrevivido, ¿acaso el mundo habría conocido al dueto Presley Brothers?

La historia conocida registra que a los 18 años de edad Elvis acudió a Sun Records y rentó unos minutos de estudio para grabar un par de canciones y prensar un disco sencillo para obsequiárselo a su madre. Había una tienda departamental que ofrecía un servicio de grabación amateur mucho más económico, pero al parecer Elvis escogió los estudios Sun con la esperanza de ser “descubierto” para iniciar una carrera profesional en la música. Y así fue. Después de cierta cantidad de pruebas, el productor Sam Phillips integró a Elvis con el guitarrista Winfield ‘Scotty’ Moore y el contrabajista Bill Black para grabar una variante de un blues de Arthur Crudup, “That’s All Right” —la versión interpretada por Presley le disputa a “Rock Around The Clock”, de Bill Haley and the Comets, la distinción como la primera canción de rock and roll—.

Elvis nunca estudió música formalmente, aprendió a tocar guitarra y piano ‘de oído’ —con un desempeño mediocre—, y tampoco compuso canciones, pero poseyó un talento natural que le permitió asimilar las corrientes musicales en boga durante su juventud temprana; a pesar de su falta de entrenamiento formal, participaba en los arreglos musicales para las canciones que interpretaba y en el montaje de sus recitales y no se limitaba al rock and roll, podrá ser considerado ‘Rey del Rock’ pero a lo largo de su carrera interpretó diversos estilos: blues, soul, R&B, doo-wop, gospel, country, ‘American Standards’… vaya, en la película ‘Fun in Acapulco’ cantó una bochornosa versión en español mocho de “Guadalajara” de Pepe Guízar, con mariachi y toda la cosa.

Haciendo corta una historia larga: un disc-jockey difundió “That’s All Right” por radio, se generó expectativa entre el público y la fama de Elvis creció ‘ipso facto’; estableció una banda con Moore, Black y el baterista D.J. Fontana —The Blue Moon Boys— y comenzó a lanzar sencillos que pronto lideraron las listas de popularidad. Enseguida vinieron las giras de recitales, las presentaciones en televisión; el cambio de disquera (de Sun, con producción limitada, a RCA Records, con distribución internacional), los álbumes LP, otros éxitos número uno; los escándalos por sus pasos de baile ondulando las caderas —hubo quienes consideraron obscena su forma de bailar, y cuando empezaron a llamarlo ‘Elvis the Pelvis’ el cantante llegó a decir que el apodo era “una de las expresiones más infantiles que he escuchado, viniendo de un adulto”—; los papeles estelares en cine; la compra de la finca Graceland —hoy convertida en destino turístico—; el servicio militar; el regreso del servicio militar, más éxitos número uno; la ‘Mafia de Memphis’ establecida a su alrededor por el séquito de lamebotas que contribuyeron a su drogadicción; más películas de alto presupuesto y baja calidad; el semi-retiro, la boda con Priscilla, el nacimiento de su hija Lisa Marie; el retorno triunfal, el divorcio de Priscilla; el concierto en Hawaii transmitido por TV a escala mundial, más éxitos; la residencia en Las Vegas; la época de decadencia, la ganancia de masa corporal, la dependencia a los estimulantes… hasta su muerte el 16 de agosto de 1977, a los 42 años de edad.

Mi recomendación de esta semana de escuchar el legado de Elvis podría parecer demasiado extensa al considerar cuarenta y pico álbumes LP, más las recopilaciones en vida y póstumas, o casi 150 sencillos, o una lista total de entre 600 y 700 canciones, así que me limitaré a recomendar mi álbum favorito de ‘El Rey’, el más antiguo en mi colección y del que se dice que también era el favorito del cantante: ‘Elvis Is Back!’.

A finales de 1957 la disquera RCA y la productora de cine Paramount se aseguraron de producir suficiente material de Elvis para que el público no se olvidara de él durante su periodo de dos años de servicio en el ejército, en ese tiempo apareció el filme ‘King Creole’ y se lanzaron 10 sencillos que figuraron en el Top 40 de las listas de popularidad y 4 álbumes con material grabado previamente, destacando el hoy clasiquísimo ‘Elvis’ Golden Records’.

En 1958, durante su periodo inicial de entrenamiento en el Army, su madre recibió un diagnóstico de hepatitis y su condición empeoró con rapidez. A Elvis se le concedió un permiso para acudir a visitarla el 28 de agosto, y alcanzó a estar a su lado cuando falleció dos días después a consecuencia de un paro cardiaco. Elvis debió volver a sus deberes castrenses acongojado por la pérdida. En octubre partió a su destacamento en Friedberg, Alemania, donde su corazón cicatrizó con la emoción del amor al conocer a Priscilla Beaulieu —por entonces de 14 años de edad—, que sería su ‘sweetheart’ a la que cortejó durante siete años y medio.

El 5 de marzo de 1960 el ejército liberó del cuartel a Presley, con el grado de sargento. Como la voracidad comercial de los mecenas del arte tampoco conocía límites en 1960, rápidamente se proyectó la producción del filme G.I. Blues (en Technicolor y VistaVision) para que Presley actuara el papel de un soldado y matar dos pájaros de un tiro: ganarse al público femenino que en ese tiempo aún gustaba de los uniformes y convertir a Elvis en el prototipo del chavo que no rehúye a sus obligaciones, reivindicándolo con el gremio soldaderil y destruyendo cualquier teoría sobre su rebeldía sin causa.

Pero como avance mientras se filmaba la película había que poner productos en el mercado. Su banda ya estaba preparada para entrar al estudio de grabación de RCA, estrenando nuevos aditamentos tecnológicos ante el regreso de El Rey. En dos sesiones de grabación —21 y 22 de marzo y 3 y 4 abril— Elvis y los Blue Moon Boys, acompañados por algunos músicos invitados, produjeron la totalidad del álbum ‘Elvis Is Back!’, más otro puñado de sencillos que no se incluyeron en el álbum pero se convirtieron en éxitos inmediatos: “Stuck on You”/“Fame and Fortune”, “A Mess of Blues”/“It’s Now or Never” (sí, la versión en inglés de “O Sole Mio”) y “Are You Lonesome Tonight”/“I Gotta Know”.

Cuatro días después de su grabación, el 8 de abril, el álbum apareció en las tiendas de discos, aunque apenas satisfizo medianamente las expectativas de la disquera: mientras el sencillo de “Stuck on You” —lanzado dos días antes— tuvo 1.4 millones de pedidos previos a su lanzamiento, el álbum ‘Elvis Is Back!’ apenas vendió 300,000 copias en los Estados Unidos —de hecho pasaron 39 años antes de que el álbum recibiera la certificación de disco de oro en 1999—, si bien en su momento alcanzó el número 2 en las listas de popularidad estadounidenses y el primer lugar en el Reino Unido.

Of course, la funda del álbum incluye fotos para aunciar la película que se estrenaría en septiembre: Elvis junto a un tanque, Elvis leyendo una carta, Elvis en un jeep, Elvis rasurándose, Elvis con rifle, Elvis sin rifle, Elvis hablando por radio pidiendo refuerzos porque la cosa está que arde y más Elvis para deleite de las chamacas de la época.

Curiosamente, a pesar del rotundo éxito de los sencillos producidos en las mismas sesiones de grabación, ninguna de las rolas incluidas en el álbum alcanzó éxito individual en las listas de popularidad en ese momento (dos fueron relanzadas posteriomente: “Such A Night” llegó al #16 de las listas en 1964 y “The Girl of My Best Friend” alcanzó el #9 en 1976). Inicialmente las críticas fueron bastante frías, sin embargo, con el paso de los años se incrementó el aprecio por el álbum, los críticos especializados de la actualidad no dudan en otorgarle 4 de 5 estrellas de calificación, enfatizando la posibilidad de que sea el mejor álbum en la carrera de Elvis, que marca su transición de ‘teen idol’ a ‘adult entertainer’.

Así pues, yo tampoco dudo en recomendar a la atención de sus finos oídos, amable lector, estimada lectora, la docena de canciones contenidas en ‘Elvis Is Back!’: si bien “Like a Baby”, “Reconsider, Baby” y la sincopada “It Feels so Right” pueden sonar un poco flojas en comparación, el resto del material auditivo es de primerísimo nivel: de “Fever” se han hecho cientos de versiones (la canción insignia de Peggy Lee también ha sido grabada por intérpretes tan disímbolos como Madonna, Danzig, Buddy Guy, Beyoncé, James Brown, Suzi Quatro, Michael Bublé, The Cramps y una multitud de etcéteras), pero escucharla en la voz de Elvis siempre es un placer. La ya mencionada “The Girl of My Best Friend” también mereció una versión en español (¿se la refriteó César Costa o Alberto Vázquez?). Los estilos que dominaba el rostro del rock eran muy variados, así que, para no desaprovecharlo, ahí están los rocanroles “Make Me Know It” y “Dirty, Dirty Feeling”; como los blueses acompañados de lánguidos coros en “I Will Be Home Again” y las baladas como “Thrill Of Your Love” y “Soldier Boy” (a fuerzas había que incluir una para congraciarse con los militares). Menciones especiales en mi gusto muy personal merecen “The Girl Next Door” y “Such A Night”.

Sí, Elvis grabó otras canciones más potentes, más penetrantes, diseminadas a lo largo y ancho de su vasta discografía pero, para mí, ‘Elvis Is Back!’ es su álbum más concreto.

Ahora, nadie se haga como que no sabe, hasta al más duro se le aflojan los puños al escuchar aquellos rolones de Elvis, quien sin proponérselo tipifica y resume toda una época y sirvió de inspiración e influencia primaria para el desarrollo posterior de la música del siglo XX.

 

* [16 ene. 2022] villalobos7@gmail.com.

 

Mostrar más
Botón volver arriba