ESQUELETOS EN EL CLOSET

(1) Robert Stigwood, empresario

Por Jorge Villalobos

 

 

Cuando en 1970 John, Paul, George y Ringo (sí sabe usted a quiénes me refiero, ¿verdad?) decidieron disolver su banda (¡Los Beatles!), dejaron a la deriva muchos asuntos administrativos y financieros, uno de los más importantes fue la titularidad de los derechos de publicación de sus canciones, que han cambiado de dueño varias veces, el mismísimo ‘Príncipe del Pop’ —Michael Jackson— adquirió una parte mayoritaria de esos derechos durante de los años noventas —y luego la vendió—; en la actualidad Paul McCartney posee una cantidad mínima de esas composiciones pero sigue lamentando su pérdida y haciendo esfuerzos por recuperar tan valioso y lucrativo acervo.

A principios de los años setentas, Robert Stigwood poseía los derechos de publicación de 28 canciones del catálogo de los Beatles, específicamente las de los álbumes ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ y ‘Abbey Road’. Stigwood era un próspero empresario de espectáculos que en 1967 fue invitado por el manager de los Beatles, Brian Epstein, a fusionar su agencia de representación de artistas con la compañía NEMS, que manejaba todos los asuntos mundanos de los Beatles. Para hacer corta una historia larga, diré que tras la muerte de Epstein —en agosto de ese mismo año 1967— Stigwood era el candidato natural para convertirse en el nuevo manager de los Beatles, pero ellos lo rechazaron y nombraron como apoderado a Peter Brown, pero Brown se vio limitado por las exigencias de los mismos Beatles, que empezaron una lucha intestina por las preferencias para contratar servicios administrativos y legales; Paul McCartney quería que la familia de su novia —Linda Eastman— se encargara de esos asuntos pero John y George querían contratar a Allen Klein (Klein representaba en ese momento a los Rolling Stones, y a la larga los defraudó con muuucho dinero… pero esa es otra historia). En fin, Stigwood se vio forzado a abandonar la empresa pero logró un provechoso acuerdo que le permitió establecer su propia compañía de producción, la Robert Stigwood Organisation (RSO, la del logotipo de la simpática vaquita colorada, símbolo de buena salud y fortuna), y por eso mismo tuvo la oportunidad de hacerse de los derechos sobre esas canciones de los Beatles (por cierto, luego Peter Brown trabajaría para la RSO).

Desde finales de los sesentas Stigwood había diversificado su radio de acción y además de representar a músicos y actores (entres los más recordados Cream, y luego Eric Clapton como solista, Yvonne Elliman, los Bee Gees) estaba involucrado en el teatro musical y el cine; entre sus producciones célebres se cuentan los montajes de ‘Hair’, ‘Oh! Calcutta!’, ‘Jesus Christ Superstar’ y ‘Evita’, y sus largometrajes, más las versiones cinematográficas de la ópera rock de The Who, ‘Tommy’; ‘Saturday Night Fever’, ‘Grease’ (léase ‘Vaselina’) y ‘Fame’; incluso fue el productor de la banda sonora de ‘El Imperio contraataca’. En 1979, con motivo del inicio del Año Internacional del Niño organizó el ‘Music for UNICEF Concert’, especial para televisión en el que participaron figurones del momento: ABBA, John Denver, Olivia Newton-John, Donna Summer, Rod Stewart, Earth, Wind & Fire, Rita Coolidge, Kris Kristofferon, los Bee Gees y su hermano Andy Gibb.

Para mediados de los setentas la RSO había crecido enormemente gracias al éxito de sus producciones, y a Stigwood se le consideraba como el empresario más importante del mundillo del espectáculo. Bien por él. Ahora, ¿cómo sacarle provecho a los derechos de publicación de las canciones de los Beatles archivados en las gavetas de Stigwood? “Hagamos un musical”, dijo Stigwood.

A finales de 1974 se estrenó en Nueva York ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band On The Road -A Rock Spectacle’, una historieta narrada por medio de las canciones de los Beatles. El montaje fue mayormente ignorado por el público y la crítica, solamente rindió para 66 representaciones y se acabó. La cosa podría haber quedado ahí, pero Stigwood no estaba satisfecho, esperaba rendimientos financieros de “sus” canciones de los Beatles. Tendría que esperar —o forzar— una mejor ocasión.

Mientras tanto, sus pupilos los Bee Gees comenzaban a recuperarse de su época oscura. El gran éxito que los hermanos Barry, Maurice y Robin Gibb disfrutaron a finales de los sesentas se vio disminuido al inicio de la nueva década, de hecho se desbandaron durante una temporada, Robin se lanzó como solista y Barry y Maurice como dueto, pero a ninguno le fue bien…

[—¡Pero esa es otra historia, Villalobos, luego nos la cuentas!

—OK, vamos a lo que interesa ahora, pues].

Los Bee Gees comenzaron a recuperar su éxito masivo cuando dejaron las baladas y el soul e incursionaron en la música disco con sus álbumes ‘Main Course’ (1975) y ‘Children of the World’ (1976). Ahí viene entonces su manager, Robert Stigwood, a pedirles canciones estilo disco para ambientar una película que estaba produciendo. Presionados por el jefe, los hermanos Gibb compusieron —a regañadientes y con mucho apuro— un juego de canciones para ser incluidas en la banda sonora del filme ‘Saturday Night Fever’ (1977), protagonizado por John Travolta, que originalmente no era un musical pero el guión fue adaptado para darle prominencia a las composiciones de los Gibb. ‘Fiebre de sábado por la noche’ es el epítome de la música disco, que convirtió a Travolta y a los Bee Gees en los rostros visibles de una tendencia musical que se apoderó de las preferencias del público alrededor del mundo durante el resto de la década.

En junio de 1978, apenas seis meses después del cañonazo de ‘Fiebre de sábado etcétera’, el amigo Sitgwood estrenó su siguiente aventura cinematográfica titulada ‘Grease’ (‘Vaselina’ en cristiano mexicano, ‘Brillantina’ en Chile) —adaptación de un musical de comedia romántica estrenado originalmente en teatro en 1971, un ‘revival’ de la música de los años cincuentas—, también protagonizada por John Travolta, esta vez al lado de Olivia Newton-John. En esta ocasión Stigwood solamente le encargó al hermano Barry Gibb la composición del tema principal para la película, e invitaron a Peter Frampton para tocar la guitarra en la canción interpretada por Frankie Valli. La versión fílmica de ‘Vaselina’ tuvo un éxito impresionante; su banda sonora y la de ‘Saturday Night Fever’ se cuentan entre los álbumes más vendidos de todos los tiempos.

En ese periodo Peter Frampton también había alcanzado el superestrellato con su álbum ‘Frampton Comes Alive!’ y andaba enrrachado (vea Esqueletos en el Closet, “Frampton vive!”, http://www.laparadoja.com.mx/2022/05/esqueletos-en-el-closet-57). Invitarlo a tocar en el tema de “Grease” —en el que apenas se escucha su guitarra— en realidad era un plan con maña de Stigwood. Paralelamente a la producción de ‘Grease’, Stigwood había encontrado la manera de sacarle provecho a “sus” canciones de los Beatles, y contemplaba en sus planes a Frampton junto a sus dilectos protegidos, los Bee Gees.

[No se pierda la próxima semana en este mismo espacio, el malévolo plan de Robert Stigwood para dominar el mundo y cómo echar a perder una trilogía perfecta].

 

* [22 may. 2022] villalobos7@gmail.com.

 

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