CORRUPCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

“Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables” (Jaime Balmes)
Por FerMan

Dándole continuidad al razonamiento sobre la verdad, podemos señalar sin duda alguna que, la naturaleza del hombre siempre lo está orillando a descubrir la verdad y hacer el bien en todas sus acciones. De ahí la importancia de la educación, puesto que, una buena educación, no debe violentar la naturaleza humana, sino que la debe perfeccionar.
Es por ello que la verdadera educación no se puede limitar exclusivamente a definir lo que es el ser humano, sino que debe hacerlo crecer, mediante los hábitos buenos o virtudes que son necesarias para conocer la verdad de todas las cosas a la luz natural de la razón. En síntesis, educar es lograr que todo ser humano se desarrolle, llevándolo a su máxima perfección, dentro de los límites de su naturaleza.
Es decir, el ser humano tiene la posibilidad de conocer la verdad de las cosas, de poseerla, y lo hace porque tiene un fin trascendental, no se termina todo con la temporalidad de esta vida, sino que sus acciones trascienden, de ahí que, la verdadera felicidad no se puede lograr en esta vida, no se encuentra en conseguir cosas materiales, pues ello significaría eliminar la dignidad del hombre como persona.
Se debe trabajar arduamente con inteligencia y voluntad en el conocimiento de la verdad y la elección del bien, para de esa manera ir formando seres humanos más justos, honrados, íntegros y útiles para la patria. Es en esta importantísima labor donde entran los padres, los maestros y educadores, quienes son los obligados a formar el carácter de las personas que tienen bajo su custodia o tutela, sobre todo los niños, niñas y adolescentes, que son quienes se encuentran en la etapa de formación y que, por lo tanto, se les debe enseñar la verdad, sin sesgos ideológicos de ninguna especie, porque la buena educación forma seres humanos libres.
En cambio, la ignorancia, el error y la mala educación, forman hombres y mujeres esclavos de sus errores, de sus malos hábitos o vicios, de los cuales es muy difícil librarse. Sin embargo y por desgracia, en la actualidad, el conocimiento ya ni siquiera tiene fundamentos subjetivistas, como sucedía en el siglo pasado, ahora todo conocimiento que conduce a una supuesta verdad se fundamenta en el sentimentalismo, el cual se deriva del materialismo, biologismo o pragmatismo, ideologías que desvirtúan los valores y principios verdaderos y que a cambio de ellos, se establecen errores, vicios o sofismas como supuestas verdades.
Por ello que, ahora la verdad es lo que yo siento, lo que yo imagino, lo que yo quiero y deseo, no importa que sea real, que exista en la naturaleza o que me esclavice, degrade o aniquile. Esto es el resultado de esas ideologías perversas que, anteponiendo los conocimientos científicos y verdaderos, promulgan sus falacias como verdades, provocando una anarquía total del conocimiento, como así lo promulgan la ideología de género, del feminismo radical y de la cultura de la muerte, entre otras.
Todas estas ideologías enseñan errores, mentiras y sofismas, mismas que, por desgracia, han logrado envenenar a la gran mayoría de los seres humanos, esclavizándolos a sus propias perversiones. Pero la verdad no se puede aniquilar, se podrá esconder o evadir, pero nunca desaparecer. No dejemos que tan perversas ideologías sigan envenenando a nuestras niñas, niños y adolescentes, levantemos la voz y señalemos tales perversiones, defendamos la verdad, porque la verdad nos hará libres.
“Fiat Justitiae, Pereat Mundus”.

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