CORRUPCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

“La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte caemos en el error” (Jaime Balmes)
Por FerMan

Continuando con el tema de la importancia que tiene la familia en la sociedad, estamos obligados a dirigirnos a los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos que tratan sobre la familia, esos que engloban los principios para una Política Pública con Perspectiva Familiar, mismos que dan respuesta a diversas necesidades reconocidas por el Estado como principios básicos para la defensa de la familia.

Uno de estos importantes documentos es la Declaración Universal de Derechos Humanos, que debido al éxito de su aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, se ha constituido en la guía más elevada en materia de derechos humanos para regular la conducta entre los gobernantes y gobernados. De esta Declaración Universal se han derivado infinidad de convenciones y protocolos más específicos, sobre una gran diversidad de temas relativos a los Derechos humanos, que proclaman su valor intrínseco.

En este punto podemos señalar que es un hecho que la persona humana es la principal depositaria de todos los derechos humanos. Derechos humanos que son intrínsecos a la dignidad del ser humano, la cual es la base, fundamento y esencia de los derechos humanos, dignidad que se deriva del intelecto y voluntad propios del ser humano. Sin embargo, como se ha dicho, la persona humana posee propiedades especiales que componen su ser, las cuales son indispensables para su formación.

La defensa y exigencia de los Derechos Humanos que se hace en el sistema jurídico nace y se inspira previamente en una concepción filosófica realista de la persona humana, de cuya naturaleza se desprenden ciertos atributos esenciales que no pueden ser desconocidos por ningún estado. Es en este contexto que, definimos a la persona humana como la unidad substancial de naturaleza racional, concepción aceptada por Santo Tomás de Aquino y refrendada por toda la doctrina cristiana.

Entre los atributos más importantes de la persona humana, además de su intelecto y voluntad, destaca su dimensión relacional, familiar y comunitaria, pues desde la antigüedad se ha considerado al ser humano como un ser sociable. En ese sentido, se ha dicho que la persona es junto a los demás y que -a través del contacto con los otros- encuentra la dimensión propia de su existencia.

Luego entonces, es necesario concebir la trascendencia de esta propiedad y reconocer como factor imprescindible los derechos humanos políticos y sociales, así como económicos, culturales y ambientales con perspectiva de familia. Es dentro de este conglomerado de derechos humanos que, de esta manera estaremos dando cabida a una serie de derechos relevantes, esto es, los Derechos de familia.

De ahí la importancia que se debe partir de los derechos de familia y no sólo de las personas que la componen, porque la familia es algo más que la suma de sus componentes: es un organismo con derechos y deberes propios y una soberanía propia, aunque relativa. En este sentido, en diversas ocasiones ha expresado Irma Arriagada, investigadora de la CEPAL, que “es necesario fortalecer a las familias como sujetos de derechos, que deben conjugarse de manera flexible con los derechos de sus miembros, y velar especialmente por aquellas familias con mayores carencias y por sus miembros con mayores desventajas. El principal derecho de familia es ser reconocida en su justo valor y no como un arreglo casual en el que las personas conviven solamente por ocurrencia. Desde nuestra estructura biológica, psicológica o social, todo aspecto de la vida humana implica una orientación familiar. De ahí se entiende que la familia es una unidad conformada sobre el valor de la persona, sobre su cualificación propiamente humana, y no sobre posibilidades de mera coexistencia y colaboración ocasional, pues como ya hemos señalado con anterioridad, la familia necesita de la sociedad y el gobierno, así como la sociedad y el gobierno necesitan de la familia”.

Es atendiendo a lo antes señalado que, a pesar de los ataques reiterados que muchos gobiernos y organizaciones internacionales han dirigido en contra de la familia, existen organizaciones de la sociedad civil que buscan la promoción y defensa de los auténticos derechos humanos, entre ellos, por supuesto, el derecho humano a vivir en familia, tema que trataremos con mayor amplitud en la siguiente publicación.

“Fiat Justitiae, Pereat Mundus”.

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