La cifra

Augurio de las estrellas
Por Arelí Chavira y Jesús Chávez Marín

Hace días que no para de llover, pareciera que un monzón se ha mudado a la ciudad vistiéndola de gris. El ambiente huele a humedad, sabe a melancolía, a soledad habitada por fantasmas.

Hecha bolita, desde mi cama miro por la ventana; el cristal está borroso, las gotas de lluvia se han mezclado con lágrimas; de nuevo alguien me ha roto el corazón. Busco en mi interior la causa, siempre sucede, ¿soy incapaz de amar?, ¿qué cosa tan poco amable poseo que no es merecedora de amor del bueno? De pronto un relámpago iluminó todo y el estruendo me hizo incorporarme de un golpe. ¡La gitana!, ¡la gitana tenía razón!, ¡cómo puede ser posible, han pasado más de 20 años!

Por unos instantes me quedé inmóvil, esperando algo que me dijera que estaba equivocada, luego me dejé caer en la cama, mi melena encendida cubrió la almohada y mis ojos tropezaron con las estrellas fosforescentes del techo. ¡El augurio de las estrellas!

En ellas me vi paseando por la calle Aldama, en el Centro: piernas largas, cabello cortísimo, sonrisa fácil, mirada febril; caminando con paso firme y alas en los pies, huyendo de mi compañía, absorta en el paisaje urbano, refugiándome en el ruido de la ciudad. Vi también a la gitana acercándose:

─Hola, amiga, ¿quieres que te lea la suerte?, préstame tu mano derecha.

─Sí, pero no traigo dinero para darte.

─Pero tienes un bonito reloj.

─Oh, no puedo, es un regalo de…

─… mamá, lo sé. De todos modos dame tu mano, no te cobraré, eres un alma vieja que ha recorrido mucho camino y temo decirte que aún estás lejos de cumplir con el propósito que te trajo a esta vida. Veamos.

Con la mano derecha suspendida en el aire, los ojos aún fijos en las estrellas fluorescentes, me miro sin ver.

─¿Cómo te llamas?

─Alba

─Lindo nombre, adecuado para ti. Tienes muchos pretendientes, siempre los tendrás; sin embargo, no hallarás el amor verdadero si no concilias lo que eres, lo que realmente quieres, sin confundirlo con la idea que te has hecho de lo que deseas y lo que haces para conseguirlo. Tendrás que elegir: perderte y ganar el amor, tenerte y perderlo o encontrarte y transformarlo. Eres sensible y muy dramática, tiendes a dejarte llevar por la tristeza. El desasosiego es el precio de ser uno mismo, no te asustes, en ocasiones no es mejor la idea de ser felices como nuestros padres; no conviertas la lástima en amores eternos. Sé fuerte y valiente, solo de esa forma obtendrás lo que anhelas.

─Perdón, pero no te entendí nada, ¿podrías explicarte mejor?

─Cuando llegue el momento lo comprenderás, eres joven aún, si no permites que el tiempo y la inercia de la vida borren esta conversación. Calma tu mente, abre el corazón y cuida bien tus estrellas, no las pierdas nunca; por difícil que resulte, no permitas que nadie, por ningún motivo las apague, ni siquiera tú. En tu nombre llevas la fuerza para vencer los días oscuros. Deja de esperar ser salvada, solo tú puedes y además es tu obligación. No diré más, he quedado agotada.

─La verdad no entiendo, pero gracias.

Vuelvo del recuerdo, cierro los ojos. Posiblemente me he vuelto loca, nadie les cree a las gitanas, pero ahora todo cobra sentido. Desde hace mucho tuve claro lo que quería para mi vida; no obstante, ahora caigo en la cuenta del espejismo en el que he vivido: la imagen de mí misma, de lo que busco y lo que he hecho para conseguirlo, no coinciden con lo que verdaderamente he perseguido. ¿De cuál de los dos lados debo partir: de la que todo este tiempo he tomado como cierta o de la que persigo con tanta insistencia?

Abro los ojos, aún yazgo en mi cama de cara a la ventana, miro a través de ella, la lluvia ha cesado. Un tímido sol se refleja multicolor en las gotas que comienzan a secarse, y lleva luz y calor al vacío de mi corazón. Los designios de las estrellas comienzan a cumplirse.

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