La visita de Harry a Carlos III debido al cáncer suscita esperanzas de reconciliación

El viaje desde Los Ángeles a Londres del príncipe Enrique, hijo menor del rey Carlos III, para visitar a su padre a raíz de que le diagnosticaran un cáncer, suscita en el Reino Unido esperanzas de reconciliación, tras años de asperezas entre ambos.

Enrique, de 39 años, reaccionó con celeridad, el lunes, al impactante anuncio del cáncer del monarca, descubierto durante su hospitalización para una operación de próstata a la que se sometió el 26 de enero.

Menos de 24 horas después del anuncio, el príncipe llegó el martes a Londres y aterrizó en Heathrow, para dirigirse a continuación a Clarence House, la residencia londinense del monarca, cerca del palacio de Buckingham.

Con todo, la visita a su padre fue breve, pues el rey y su esposa, la reina Camila, dejaron su domicilio menos de 45 minutos después de la llegada del príncipe.

Enrique viajó sin su esposa Meghan ni sus dos hijos, Archie y Lilibet, según la prensa, como ya ocurrió con su visita relámpago para la coronación de su padre en mayo.

«¿Ha llegado el momento de que Enrique vuelva a casa?», se preguntaba el tabloide Daily Mirror que, como la mayoría de los periódicos británicos, dedicaba el martes amplios artículos a una posible reconciliación real, en tiempos difíciles para la monarquía británica.

Del cáncer del rey, de 75 años, no se conoce su naturaleza ni su gravedad, aunque el primer ministro, el conservador Rishi Sunak, lanzó un rayo de esperanza al afirmar a la BBC que se había «detectado temprano».

La enfermedad del monarca llega en un momento en que su nuera Catalina de Gales, esposa de su otro hijo, Guillermo –el primogénito y heredero al trono–, se recupera de una misteriosa operación abdominal.

Esta repentina enfermedad del rey deja a la reina Camila, de 76 años, y a Guillermo, de 41, a cargo de representar públicamente a la monarquía, cuyo círculo se ha ido reduciendo progresivamente en los últimos años con la marcha de Enrique a Estados Unidos en 2020 y la marginación del príncipe Andrés, hermano de Carlos III, tras unas acusaciones de agresión sexual a una menor, que él niega.

Ambos perdieron su papel como posibles sustitutos de Carlos III en caso de ausencia o enfermedad del monarca, al dejar de ser «miembros activos» de la familia real británica.

AFP

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