SE TIENE QUE DECIR

El parche logrado por obispos ante omisión del Estado en seguridad
Por CACHO

Esta semana el tema que llama la atención a la par del trending topic #NarcoPresidente, es sin duda, la negociación que los obispos del estado de Guerrero sostuvieron con los líderes de grupos del crimen organizado en aquella entidad, debido a que el Estado, que debe garantizar la seguridad pública, ha sido omiso y continuará siéndolo, hasta que Andrés Manuel López Obrador deje al silla presidencial.
Si no es que sucede una terrible desgracia para el país y se le den a Morena los elementos para que, a través de sus gobiernos permita que los criminales sigan controlando territorio y la vida de gran parte de la ciudadanía en el país.
Aunque lo nieguen, es más que evidente.
De acuerdo con lo que el padre Filiberto Velázquez, director del Centro de Derechos de las Víctimas de Violencia Minerva Bello, en Chilpancingo dijo al diario Reforma de la Ciudad de México, el martes en la mañana “se logró ese acuerdo (que cesaran los ataques en Chilpancingo y respetar el control criminal sobre las rutas de transporte público) entre los dos grupos y se pactó una tregua y no sabemos si será de manera indefinida, pero se logró que el transporte se active”.
Menciona el periódico capitalino que otras negociaciones encabezadas por cuatro Obispos católicos de la entidad que pretendían una tregua en todo Guerrero, no fructificaron.
Y pese a lo anterior, el obispo emérito Salvador Rangel, dijo que no cesará la negociación con criminales.
“Vamos a seguir insistiendo con ellos para que se pacte una tregua y la paz en Guerrero en donde en estos momentos varias ciudades como Taxco, Chilpancingo y Acapulco están incendiadas por la violencia”, dijo Rangel.
El prelado denunció que “el Gobierno del estado no quiere buscarle una salida a este problema a lo mejor por dos cuestiones: una, porque simplemente no le interesa y la otra, es porque está coludido con alguna organización criminal”.
Así o más claro.
Estas negociaciones las llevaron a cabo el obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González; Joel Ocampo, de la Diócesis de Ciudad Altamirano; Dagoberto Sosa, de la Diócesis de Tlapa, y el Arzobispo de Acapulco, Leopoldo González.
Los representantes eclesiales sostuvieron entrevistas con líderes de los grupos criminales por separado durante el mes de enero, sin embargo, no lograron llegar a un acuerdo para pacificar de manera permanente el estado de Guerrero.
La disputa por control territorial es el principal obstáculo, trascendió.
Pues bien, así, de ese tamaño es la desesperación de los pobladores de Guerrero, que movió a la Iglesia a tomar cartas en el asunto, debido a que las autoridades, que deben garantizar la paz y seguridad de la población, simplemente no actúan.
Ya dijo el Obispo emérito Rangel por qué.
Y luego, para colmo de males, López Obrador, a quien le han endilgado los cibernautas el hashtag NarcoPresidente en redes sociales, en vez de actuar en consecuencia y asumir su papel (que no ha sabido desempeñar) como Presidente de México, ve con buenos ojos las negociaciones.
En la conferencia matutina de este jueves desde la base naval de Acapulco, AMLO dijo: Lo veo muy bien, creo que todos tenemos que ayudar y contribuir a que haya paz. Nada más que nada de acuerdos que signifiquen conceder impunidad, privilegios o licencia para robar.
¿Los jerarcas eclesiásticos conceden inmunidad? ¿otorgan privilegios? ¿dan licencia para robar?
Parece más bien que López escupió hacia el cielo y se le está regresando.
La política de “abrazos, no balazos” es, si no, la confirmación tácita de que los grupos delincuenciales le entregaron dos millones de dólares para su campaña del 2006, al menos alienta el que la etiqueta #NarcoPresidente tenga dos semanas siendo tendencia en las redes sociales.
Además, López jamás ha explicado cómo sufragó sus gastos de campaña en tres elecciones presidenciales en las que recorrió todo el país, ni se le ha podido auditar cabalmente, porque nada más trae un billete de 200 pesos en la cartera.
Habrá que analizar con mayor acuciosidad el libro “El Rey del Cash” de Elena Chávez González, y su segunda entrega, titulada “El Gran Corruptor”.
Puede que esa lectura arroje un poco más de luz a quienes realmente quieren ver, qué clase de persona dirige el destino del país.
Ese promotor de la austeridad republicana que vive en un palacio.
¿Cuál pobreza franciscana?
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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