SE TIENE QUE DECIR

Queriendo o sin querer, AMLO revela por qué ataca a la Corte
Por CACHO

Recién el miércoles pasado, el ente que preside este país, Andrés Manuel López Obrador, se ufanó del control que ejercía sobre su tapete en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) el ahora exministro y expresidente de la Corte, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Y ahora se explica el, me atrevería a decir, odio, contra la ministra presidente de la SCJN, Norma Piña Hernández.
De acuerdo con lo expresado por AMLO, el miércoles en su programa doctrinario, admitió que el exministro presidente de la Corte, le ayudaba al Gobierno a influir en las decisiones de jueces para evitar que criminales salieran de prisión.
Dijo:
“Los jueces ordenan que se libere a un delincuente en horas, no 72 horas, en 24 horas, y un sábado y tenemos que andar pendientes para ver si no tiene otras órdenes de aprehensión, en algunos casos sí y ya no salen, pero cuando se daban estos hechos y estaba Zaldívar, se hablaba con él y él podía, respetuoso de las autonomías de los jueces pero pensando en el interés general, pensando en la justicia, en proteger a los ciudadanos ante el crimen, hablaba con el juez y le decía ‘cuidado con esto’”.
Agregó que “si viene mal la averiguación porque el Ministerio Público en vez de poner que detuvieron a la persona a las 9:00 de la mañana, encontró que lo detuvieron a las 11:00, ya con ese hecho podía dictar la libertad, no reponer el procedimiento, no llamar al Ministerio Público, sino a ver explica, estamos hablando de un señor que se dedicaba al secuestro, un señor homicida, no es nada más que por un error lo vamos a dejar en libertad, porque usan como excusa todo ese tipo de cosas”.
Luego se fue más de la boca y acusó, en una defensa de su intervención (ilegal) en el Poder Judicial a la nueva presidente de la Corte diciendo que “él (Zaldívar) ayudaba. Llega la señora (Norma) Piña y dice: ‘los jueces son autónomos’, o sea, licencia para robar, o sea, hagan lo que quieran, porque así tiene fuerza al interior del Poder Judicial, o sea es una relación de componendas y de complicidades, como si se tratara de una mafia”.
Otra vez con su onanismo mental, lanzando acusaciones sin sustento.
Pero ya sabemos de la diarrea verbal del tipo que nos cuesta un dineral viviendo en el Palacio Nacional.
No se diga lo que le ha costado y le costará a este país, los seis años que habrá ocupado la silla presidencial.
Más o menos a manera de remate, López usó como ejemplo a Emilio Lozoya, aduciendo que, si el ministro Zaldívar hubiera permanecido en el cargo, Lozoya Austin no hubiera continuado con sus procesos penales en prisión domiciliaria.
Y para rematar, dice: “Sí, sí, y muchos otros casos, si hubiera estado Zaldívar, difícilmente se le descongelan las cuentas a la esposa de García Luna. Zaldívar no hubiese contratado a un asesor de García Luna que trabaja ahora de ayudante de la presidenta Norma Piña”, dijo en referencia a Ricardo Márquez Blas.
Qué rápido se le olvidó a López que querían a Omar García Harfuch, para el gobierno de la Ciudad de México, abanderado por Morena (el partido del que es fundador y propietario), y que durante la presidencia de Felipe Calderón, trabajó bajo las órdenes del Secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, primero como jefe de departamento y posteriormente como subdirector de área.
Ahora se ve por qué se le permitió a Zaldívar renunciar sin que mediara una causa grave, como es la única maneara de deslindarse de sus tareas como Ministro (salvo la muerte, claro está), a la SCJN.
También como es que se le permite incorporarse a las tareas políticas con Claudia Sheinbaum (o sea, a trabajar) inmediatamente después de renunciar a sus obligaciones ante el Poder Judicial, cuando la misma reglamentación de la SCJN prevé que ningún ministro podrá trabajar en un periodo de dos años después de dejar su cargo, pues se le provee con una jugosísima pensión.
Pues ahí queda patente el por qué del odio irracional del bufón palaciego contra la ministra Piña Hernández.
Ella no se pone de tapete para López.
Tampoco “habla” con jueces o magistrados para indicarles las instrucciones del titular del Poder Ejecutivo, cómo AMLO quisiera.
Y por eso ataca como can rabioso al Poder Judicial.
Quien no vea lo claro que es el panorama en el que pretende sumirnos el aspirante a dictador es, precisamente porque no lo quiere ver, o simplemente tiene la inteligencia de una larva de gusano.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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