A DECIR VERDAD

Las campañas superficiales que narran historietas
Por Rubén Iñiguez/
La Voz de Jalisco

En la era digital, las campañas políticas se han transformado en un espectáculo de narrativas superficiales, donde los candidatos compiten más por contar las historias más emotivas de sus vidas personales en lugar de presentar soluciones concretas a los problemas que aquejan a la sociedad. Es como si estuviéramos presenciando una versión amplificada de los estados de Facebook o WhatsApp, donde las imágenes de políticos comiendo tacos o saludando a los vecinos inundan nuestras redes sociales, pero la sustancia y plataforma política brilla por su ausencia.

La frivolidad, en este contexto, se ha apoderado de las estrategias de campaña, relegando a un segundo plano los compromisos serios y las propuestas concretas para combatir el crimen y la violencia. Los candidatos parecen más preocupados por cómo desprestigiar al otro, tanto en el debate como en cualquier foro público, con tal de ganar seguidores en sus páginas de fans, que por ganar la confianza y el voto de la ciudadanía ofreciendo soluciones reales y tangibles.

Es evidente que la habilidad narrativa y la capacidad de construir historias emotivas se han convertido en moneda de cambio en el ámbito político. Por lo tanto, el candidato o candidatas a gobernador de Jalisco o a los distintos cargos de representación popular que logren captar la atención del público con sus relatos personales, sin importar su relevancia política, serán los que obtengan la victoria en el próximo proceso electoral del 02 de junio. Pero ¿qué mensaje envía esto a la sociedad? ¿Que la política se reduce a una competencia de popularidad en las redes sociales?

Es hora de exigir un cambio en el enfoque de las campañas políticas. Necesitamos líderes que se comprometan verdaderamente con la solución de los problemas reales que enfrentamos como sociedad, en lugar de convertirse en meros cuentacuentos en busca de votos. Es responsabilidad de todos como ciudadanos exigir una política basada en propuestas sólidas y compromisos reales, más allá de las historias superficiales que inundan nuestras pantallas de TV o nuestros celulares. El futuro de nuestra sociedad no puede depender de likes y retweets, sino de acciones concretas y compromisos genuinos.

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