CORRUPCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

“Para corromper a un individuo basta con enseñarle a llamar derechos a sus anhelos personales y abusos a los derechos de los demás” (Gilbert Keith Chesterton)
Por FerMan

El pasado 8 de marzo nuevamente fuimos testigos de una violencia innecesaria ejercida por quienes, supuestamente defienden los derechos de las mujeres porque, según ellas, durante años, se han encontrado sometidas al patriarcado. Primero es importante aclarar que el Día Internacional de la Mujer tiene su origen en sistemas políticos socialistas y no como lo han querido hacer ver los promotores de esta conmemoración. Si bien es cierto que, las mujeres han estado en desventaja durante muchos años con respecto a las oportunidades brindadas a los hombres, también lo es que todo se debe a los acontecimientos que en una época determinada se desarrollaban.

Un ejemplo de ello es el derecho al voto, que en la antigüedad era un derecho exclusivo de los varones, debido a que eran ellos quienes salían a las batallas a defender el territorio y la soberanía de su nación, por lo que de alguna manera, se encontraba justificado el ejercicio de dicho derecho; no obstante, desde hace ya algunas décadas, ese derecho ha sido ejercido también por las mujeres, lo cual sin duda alguna, también se encuentra justificado. En ese contexto, los derechos de todas las personas deben ser respetados sin duda alguna, porque tanto vale una vida de una mujer como la de un hombre, tanto vale la integridad física, psicológica y emocional de una mujer como la de un hombre.

Sin duda, deben existir políticas públicas que apoyen y brinden atención a las mujeres, niñas y adolescentes que se encuentren en riesgo de su vida, integridad física o psicológica, y la ayuda debe ser inmediata. Pero dichas políticas públicas deben estar basadas en la naturaleza misma de las personas, en este caso de la mujer y no en inventos artificiales que en nada ayudan para resolver los verdaderos problemas desde su esencia. Todas las personas, sean hombres o mujeres, son seres análogos, que en parte son iguales y en parte diferentes y por lo tanto, deben ser tratados en lo que respecta a la parte igualitaria, con ese mismo derecho de igualdad, pero en cuanto a la parte diferente, debe existir un trato diferenciado.

Aquí es donde han fallado las políticas públicas basadas en la ideología de género, porque tratan de igualar las desigualdades y desigualar las igualdades. La ideología de género no llega al núcleo del problema, no cuentan con un sustento certero, esto es, se anda por las ramas y por lo tanto, nunca solucionará la problemática existente entre las mujeres y los hombres. La violencia ejercida por mujeres en contra de otras mujeres, en contra de hombres e inclusive en contra de muebles e inmuebles, refleja el fracaso de esas políticas públicas que tanto pregona la ideología de género, he ahí el resultado fallido de su aplicación, puesto que va abriendo más la brecha de desigualdades en las igualdades, en vez de buscar armonizar las diferencias naturales existentes entre mujeres y hombres.

Sirva pues de reflexión los acontecimientos sucedidos el pasado 8 de marzo, no sólo en nuestra ciudad, estado o nación, sino en las ciudades de todo el mundo, para darnos cuenta que, la ideología de género está destruyendo, denigrando y aniquilando cada vez más la dignidad de las mujeres.

“Fiat Justitiae, Pereat Mundus”.

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