La cifra

Celestina
Por Arelí Chavira y Jesús Chávez Marín

Iba con Mily por el jardín de la escuela, y me dice:
-¡Allí está!, ¿no es hermoso? Por favor, háblale.
Estaba enamoradísima de Gerónimo, un chico de noveno semestre.
-Es tan guapo, tan inteligente. Y yo tan tímida, no soy capaz de llamar su atención, hazlo por mí -me decía con insistencia, casi con súplica. Y allá iba yo a buscarlo para que se sentara con nosotras.
Un día le dije a Mily:
-Creo que ya es hora de que tú solita te las arregles, de otro modo no lograrás nada con él.
No quiso y seguí de mal tercio y de alcahueta prácticamente todo el semestre. Un día el susodicho me habló, que para decirme algo importante. Me pareció buena idea, ya que tenía la indicación de Mily de llevarlo a la cafetería porque ella le daría una sorpresa de despedida; estaba tristísima la pobre porque terminaba el año.
Aprovechando la oportunidad lo cité más temprano, así mataría dos pájaros de un tiro. Gerónimo llegó más guapo de lo habitual, y ya era mucho decir, porque de verdad estaba muy papacito.
-Te escucho -le dije.
-De todo me he dado cuenta -comenzó a hablar-, sé que Mily está enamorada de mí y que tú siempre fuiste el contacto entre los dos. Pero no lo puedo evitar, la que me interesa eres tú. En todos estos meses, a la que en realidad conocí fue a ti y la verdad me gustas mucho. Y además…
De pronto se quedó callado, abrió los ojos muy sorprendido y palideció. Volví la cabeza hacia donde miraba y me topé con los ojos vidriosos de Mily. Lo había escuchado todo.
Se echó a correr y yo detrás. Le grité que se detuviera y cuando al fin lo hizo me gritó:
-¡No quiero saber más, fue suficiente! Déjame.
Nunca más me volvió a hablar. Procuré explicarle, la busqué, le escribí e mails y nada. No aprendí lecciones de esto, pero tampoco quise tener de novio a Gerónimo, por aquel pacto de amigas que todas saben, a pesar de que Mily de todos modos no quiso entender razones.

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