SE TIENE QUE DECIR

Acapulco: ¿un retrato de lo que espera al país ante la impunidad vigente?
Por CACHO

La política de abrazos y no balazos contra los criminales en todo México, enarbolada por el ente que preside este país, Andrés Manuel López Obrador, “está rindiendo sus frutos” para los delincuentes en gran parte del país y se pone de manifiesto en la violencia imperante en el estado de Guerrero (gobernado por la morenista Evelyn Salgado, quien se dice, movida y controlada por su padre Félix Salgado Macedonio), especialmente en Acapulco.
En días recientes se han difundido videos en los cuales, criminales de poca monta y mucha impunidad, agreden brutalmente a transportistas que trabajan en el puerto, los golpean con tablas, a cachetadas, puntapiés y rodillazos en la cara, además de golpear, al menos a uno de ellos, con un objeto metálico.
Recordemos que semanas atrás, integrantes de la Iglesia Católica en el estado de Guerrero, buscaron que los grupos criminales antagónicos, negociaran una tregua y permitieran que los transportistas trabajaran en un ambiente menos arriesgado.
Funcionó, quizás, menos que a medias.
La evidencia está en los videos de las golpizas recibidas por choferes.
Pero probablemente Acapulco solo sea la punta del iceberg de la violencia instaurada impunemente por los criminales que controlan gran parte del país, ante la complacencia de las autoridades federales, quienes, por ley, tienen la obligación de brindar seguridad a la población civil y combatir a los grupos de delincuencia organizada puesto que los delitos cometidos por asociación delictuosa son competencia de la esfera federal.
Ahora bien, eso de que los delincuentes son quienes mandan en grandes porciones territoriales de México, ni es una falacia, mucho menos una mentira: es la terrible realidad.
Eso lo saben bien quienes viven en zonas en las que la ley imperante es la de los malhechores.
Y lo han dicho hasta el hartazgo en los Estados Unidos, que, no nos engañemos, mantiene estrecha vigilancia con respecto a los sucesos en su vecino del sur con quien comparte una frontera de 3 mil 169 kilómetros, por donde ingresan drogas y se desarrolla el tráfico de personas, además del envío de armas hacia México.
En el pasado, el entonces jefe del Comando Norte de los Estados Unidos, el general Glen VanHerck, dio a conocer públicamente que, de acuerdo con sus datos, el narco controla el 35 por ciento del territorio mexicano, más recientemente, el nuevo titular del USNorthCom, (por sus siglas en inglés) el general Gregory M. Guillot, quien asumió el cargo en febrero pasado, habló sobre las amenazas que enfrenta Estados Unidos.
Advirtió que “las organizaciones delictivas transnacionales de México y de otros lugares del Hemisferio Occidental siguen fomentando la inestabilidad y desafiando al Estado de Derecho”, recalcando que “la migración irregular a través de México alcanzó niveles récord en el último año y la violencia relacionada con las drogas se ha intensificado a medida que los cárteles rivales luchan por el control de las lucrativas rutas de tráfico de drogas y de personas”.
Estas declaraciones se produjeron un día después de que la directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, dijera en una comparecencia ante el Comité de Inteligencia del Senado norteamericano que lidiar con los cárteles “es un desafío para el gobierno de México” y que éstos “efectivamente controlan” partes del territorio mexicano “en ciertos aspectos”.
Y ¿cuál es la respuesta del bufón de Palacio Nacional?
El mentiroso patológico tabasqueño dice, y lo cito:
“Sí estamos enfrentando el problema de extorsión y de inseguridad, lo que pasa es que todo ahora lo magnifican, lo hacen muy grande”.
¡No señor! El problema es grande.
Y no se magnifica, incluso, por autocensura o por amenazas a los periodistas, se dejan de publicar muchos hechos delictivos.
No por nada en el sexenio de López se llevan contabilizadas, de acuerdo con publicaciones de medios de información de 43 asesinatos de personas dedicadas al ejercicio periodístico, dicen unos, hasta 73 homicidios, dicen otros.
Para muestra de la amenaza que se cierne sobre periodistas y comunicadores, está el secuestro y posterior liberación (afortunadamente vivo) de Jaime Barrera, de Televisa Jalisco.
Aunque López afirma que no pasa nada… pero a los suyos.
En fin, Acapulco, específicamente en estos tiempos, es el botón de muestra que nos pone en alerta y nos avisa de los tiempos que se viven en esta bella nación.
Que, de seguir así, se convertirá el país en tierra sin ley, o bajo la ley de la jungla. Ya nos advirtieron que un tercio del país lo controlan los criminales, si no los queremos ver, es porque somos algo más allá que ciegos.
Y los perdedores en la fórmula de “Abrazos y no balazos”, seremos los casi 130 millones de personas que nacimos, crecimos y moriremos (esperemos que hasta dentro de muchos años) en México.
Un país de clara vocación democrática que se ve amenazado por una caterva de ladrones encabezada por un delirante aspirante a dictador, que autoritario ya es, pero que la ciudadanía hasta ahora ha sabido y podido frenar en sus aspiraciones dictatoriales.
Debemos demostrarle a López el domingo, 2 de junio que es, efectivamente, el pueblo el que manda.
Y el pueblo, no es él.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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