SE TIENE QUE DECIR

Dan patente de corso al presidente de un gobierno amante de los criminales
Por CACHO

Probablemente nunca nadie imaginó que la política del ente que preside este país, Andrés Manuel López Obrador, de “Abrazos, no balazos” resultaría tan benéfica para los criminales y tan dañina para la ciudadanía honesta, trabajadora y pagadora de los impuestos con los que en este gobierno se despacha con la cuchara grande para tirarlos a la coladera.
O para llenar bolsillos… uno nunca sabe.
Aunque reportes periodísticos han evidenciado un buen número de bolsillos, muy cercanos al presidente y a sus hijos, se han llenado de dinero procedente del erario, vía contratos de adjudicación directa, empresas fantasmas y otras linduras del crimen de cuello blanco, ése al cual dice López aborrecer, pero que, a pesar de estar perfectamente documentados, el poder los ignora.
Y cómo no, si el beneficio es mayúsculo… para ya saben quién.
Pero, ahora surge una vertiente más en el delirio de acaparar el poder en una sola persona, y esa persona es López Obrador.
Apoyado por una pléyade sumisa de legisladores, mezquinos unos, ignorantes otros y sin dignidad, además de serviles todos, el perverso inquilino de Palacio Nacional se abroga una facultad más al aprobarse la Ley de Amnistía.
Resulta que quien funge como presidente de la República, tiene la potestad de otorgar “amnistía directa” a personas sujetas a proceso o sentenciadas, pues la norma aprobada establece lo siguiente:
“La amnistía se otorgará a personas que aporten elementos comprobables que resulten útiles para conocer la verdad de los hechos en casos que sean relevantes para el Estado mexicano. Que en contra de la persona o personas a las que se conceda la amnistía, se haya ejercido la acción penal, estén siendo procesados o se encuentren sentenciados por cualquier delito. Se establece que la amnistía concedida extinguirá las acciones penales y las sanciones impuestas”.
O sea, el interés aquí es “El Estado”.
¿Y los ciudadanos qué? Para López, carecen de relevancia, ya está más que demostrado con el aumento de los pobres, la escasez perniciosa de medicamentos y atención de la salud de la ciudadanía y no se hable de los ya casi 200 mil muertos de forma violenta en su administración.
Si el Estado quiere conocer la verdad de lo que se le ocurra a quien encabece dicho estado, o sea, el presidente, simple y llanamente le dará un borrón y cuenta nueva a alguien que haya cometido un delito, el que sea, grave o gravísimo a cambio de información “que sea relevante” para el Estado mismo.
¿No será relevante que el Estado emplee el uso de la fuerza para combatir a los criminales que trafican con armas, personas, narcóticos?
Si no se entiende y queda claro, se trata de reprimir, basados en las leyes que buscan el bienestar general y las normas que permiten a la sociedad la armoniosa convivencia, al crimen organizado.
Pero no, a este presidente y sus serviles esclavos – no se sabe si lo serán de conciencia o comprados – les interesa sacar de la cárcel a sospechosos de ser malhechores y a criminales sentenciados, para satisfacer la curiosidad propia de quien representa al Estado.
La sabiduría popular reza: piensa mal y acertarás.
Aunque hay mucho para pensar mal y pavor da, acertar en la mayor parte o incluso, en todo ello.
Pero en el futuro inmediato, al conocerse la identidad del o los que vayan a ser amnistiados, se hará evidente el porqué de la urgencia de, a unos meses de concluir su mandato, López obtiene esta patente de corso para sí.
Los nombres de quienes obtengan el beneficio de la amnistía arrojarán luz sobre las relaciones de López con personas con las cuales un estadista y responsable de una nación, no debería tener.
A menos claro, que como en un típico régimen dictatorial, el que se está acercando a la omnipotencia, el presidente de la República decida que esos nombres se reservarán, porque “se trata de asuntos de seguridad nacional”.
Así lo son un aeropuerto, una refinería y un tren, dizque turístico.
Y cada vez nosotros, los mexicanos, dejamos de ser relevantes. A los ciudadanos de este país, nos están convirtiendo en carne de cañón, explotables a más no poder, pues estamos inermes ante los malhechores, pero somos clientes cautivos del Sistema de Administración Tributaria (SAT) para despojarnos de nuestro dinero, vía impuestos, para seguir sufragando los excesos de la escoria política que nos desgobierna.
¿Tendremos acaso un gobernante corsario?
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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