MI OPINIÓN

Chairo o Chayotero: El desafío de los comunicadores en la actualidad
Por Alan Martínez/
Reportero de laparadoja.com.mx

Sí de algo me he dado cuenta con toda seguridad, es que en este trabajo de informar, y muy especialmente en un sexenio con una sociedad estrictamente dividida, uno se topa con distintos y fuertes retos. Entre ellos, el caminar en medio de delirantes especulaciones que aquellos mencionados (y sobre todo los que no) suelen tener y manifestar en hostigantes señalamientos tirados a diestra y siniestra por tan solo ser testigos del enfoque naturalmente informativo con el que se construye una simple nota.

Si bien es un hecho que el mundo se mueve por intereses en los distintos aspectos que componen al mismo: político, social, deportivo, académico, económico y más; el ejercicio informativo no debería llevar un “algo más” detrás del puro acto de informar.

He de aceptar que, como en todo, hay una extensa lista de matices grisáceos en los métodos de trabajo que cada comunicador aplica en su día a día, ello sin mencionar las inevitables inclinaciones políticas que, sin opacar lugar en la labor informativa, se pudieran tener en total práctica de la libertad y el derecho. Sin embargo, los que en este ámbito profesional, tan allegado al círculo político, navegamos en total apartidismo, así como con digna objetividad e imparcialidad, enfrentamos importantes desafíos que deberían ser más mencionados.

El actual Gobierno Federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador ha sacado a la luz pública la estratificación social preexistente en la nación.

El fenómeno que señalo en concreto ha sido y sigue siendo estudiado y expuesto por muchos políticos, académicos, sociólogos, psicólogos, periodistas y otros observadores que, en su mayoría, coinciden en que el actual sexenio es el que ha “provocado” (exhibido, en realidad) mayor segmentación social, sobre todo en el tema de la estratificación socioeconómica. Se entiende que lo que menciono no es otra cosa más que una reacción de la sociedad a las políticas públicas y al choque de ideologías en el ejercicio dialéctico natural de la política. Un efecto.

Esto quizá debería ser lo contrario según el propósito último (y realmente único) de la Cuarta Transformación: igualdad comunitaria con un una máxima movilidad social; pero, según mi juicio, tal vez sí se logra en una primera etapa al asentar en su plan de gobierno una política que gira en torno a “primero los pobres”, y que también en su proceso termina generando la misma desmembración social en sus efectos.

Regresando al punto inicial. La coyuntura política y social actual, ha permitido y promovido una cultura de ataque al comunicador, quien, por todos los bandos en la cancha, suele ser recriminado por “tener bando”, siendo paradójicamente el motivo real lo contrario a lo acusado: no tener bando.

Esta situación se ha traducido en una presión constante sobre los comunicadores, quienes se ven obligados a defender su independencia y objetividad en un entorno cada vez más hostil.
En lo personal, y aceptando no tener toda una vida en este ámbito profesional como los grandes veteranos del periodismo sí la tienen, he tenido mis propias experiencias. He sido ‘fifí’ o ‘chayotero’ cuando la información ha comprometido al Gobierno en turno (MORENA), y he sido ‘chairo’ cuando es la oposición (PAN y aliados) quien se ve comprometida con la información que se publica. Lo cierto es que el único comprometido termina siendo quien informa.

Los sectores profesionales de hoy se ven casi obligados, en su mayoría, a ponerse la camiseta de cierto color para asegurar así “beneficios” que entre ellos incluiría el libre ejercicio de sus funciones para así no tener al menos el cien por ciento de los abrumadores dedos acusatorios y, de esa manera, trabajar solo con la mitad de las críticas.

Me he visto a mí mismo en el acorralado y agobiante escenario donde no cabe otra cosa más que una fría y gastada silla de acusado, y un servidor sentado en ella. Y no debería de ser así.
A lo que quiero llegar es que cualquier persona, sin importar quién sea, debería poder desempeñarse en su área profesional sin abrumantes señalamientos motivados por “fervientes” simpatías ideológicas que terminan traduciéndose en desaprobaciones y desprestigios sin sentido.

A través de experiencias personales, he evidenciado cómo los prejuicios políticos influyen en la percepción del trabajo periodístico, relegando la labor informativa a un segundo plano frente a intereses partidistas. En un momento en el que la libertad de expresión y el derecho a la información son primordiales, resulta imprescindible reflexionar sobre la importancia de garantizar un ambiente propicio para el ejercicio del periodismo sin temor a represalias o etiquetas infundadas.

Hace un par de semanas un grupo de compañeros trabajadores de la comunicación y yo, dimos cobertura a Reyna Arellano, una ciudadana que protagonizó una polémica en la colonia Obrera de Chihuahua capital por haber intercambiado agresiones verbales con unas brigadistas de Morena. En la atención ‘banquetera’, escuchábamos atentamente su versión, hasta que un transeúnte en bicicleta se acercó e interrumpió nuestro trabajo con ataques directos contra Arellano. Un servidor pidió al adulto mayor que nos permitiera hacer nuestro trabajo ya que con sus quejas interrumpía nuestra labor. ¿Su respuesta?: “Yo también informo, y sin chayote como ustedes”.

De esa manera fue que un desconocido, para el cual también fui un desconocido, aseguró que yo era un comunicador “chayotero”, sin saber siquiera mi nombre, el medio para el que trabajo, el lugar en donde vivo, mi historia de vida, ni mis inclinaciones políticas, mucho menos la cantidad de dinero en mi cartera.

Por otro lado, en mi trabajo diario en Chihuahua capital, donde gobierna el PAN como en la mayoría del estado (por no aventurarme a decir que en todo, respetando aquellos municipios donde “no”), me he topado con conjeturas sin argumentos válidos por uno que otro funcionario que ha afirmado (sin saber que me doy cuenta) que soy fiel seguidor de Morena y López Obrador, a quien, de hecho, he cuestionado en diferentes trabajos informativos, principalmente aquellos enfocados en la seguridad de la República, especialmente en Chihuahua y sus carreteras, o la migración.

El pasado domingo 18 de febrero cubrí la protesta nacional en contra de las reformas de AMLO, ‘Marcha por Nuestra Democracia’, que aquí en Chihuahua capital comenzó desde la glorieta de Francisco Villa y se extendió hasta la Plaza del Ángel. En aquel evento, una vez se congregaron en la Plaza las miles de voces opositoras al Ejecutivo Federal que dirige Morena, me topé con algo similar a todo lo que antes ya expuse. Luego de haber publicado ya varias notas sobre el movimiento social, su motivo y objetivo, me vi de frente con el desmayo de un adulto mayor (seguramente por las inclemencias del sol), y cuando procedí a capturar el momento para informar sobre lo ocurrido, una mujer se acercó a mí:
“¿Por qué tomas fotos? No tomes fotos”, dijo.
“No aparece la cara del señor. No se preocupe. Lo hago para informar. Soy prensa”, respondí.
“Pero eso no es la noticia. La noticia está allá”, expresó la mujer de aproximadamente cuarenta y cinco años, mientras apuntaba al templete donde algunos miembros de la Sociedad Civil Organizada expresaban mensajes de resistencia al Gobierno Federal.

“Todo eso ya lo publiqué. De hecho, ya subí información hasta de sobra sobre el evento”, le señalé.

Posterior a mi respuesta, me dio la espalda para decirle a una acompañante suya: “Seguro es chairo”.

¿Saben qué fue lo irónico? Sólo tres o cinco minutos antes de ese encuentro con aquella señora sin nombre, un portador de la voz sobre el templete vociferaba apasionado sobre la importancia de la democracia y las libertades, la libertad de expresión y la defensa de la prensa. Hasta instaron a los protestantes a aplaudir a los comunicadores que se encontraban cubriendo el evento.

Por todo lo antes expuesto, podría decir que trabajar en el ámbito informativo en este sexenio, sería lo equivalente a ser el árbitro en la final de la liga MX Chiva vs América en un 3-3 a los 90 minutos, con dos de tres minutos extras que dieron para el desempate. Solo que en lugar de cancha, es el país entero; en lugar de chivistas y americanistas, son panistas y morenistas; y en lugar del cronómetro en la parte superior izquierda de la pantalla marcando lo cerca del fin del partido, es la fuerza del año electoral y este 2024 de elecciones.

¿Qué sigue? ¿Que el color de la prenda que porto signifique “algo más”? ¿Que la manera en la que camino signifique “algo más”? ¿Que la música que escucho y las películas que disfruto de ver signifiquen “algo más”? ¿Que mi forma de observar y hablar signifique “algo más”? ¿Que las personas con las que me gusta convivir signifiquen “algo más”? ¿Que mis sonrisas sean selectivas porque “prefiero a los del otro lado”?

¿Para qué y hasta cuándo?

En última instancia, trabajar en el ámbito informativo durante este período electoral es un desafío que exige valentía, perseverancia y un compromiso inquebrantable con los principios éticos del periodismo. Solo al enfrentar los obstáculos con determinación y mantenerse fieles a los valores fundamentales de la profesión, los comunicadores pueden contribuir a construir un futuro donde la verdad y la transparencia sean los pilares de una sociedad más justa y equitativa.

P.D.- Les pido a todos una disculpa por la falta de Bosquejos Semanal, tuve un problema técnico -no provocado por un chairo-, pero nos vemos el próximo domingo si falta.

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